Cultura

Standards medievales y austeridad clásica

Casi cerrando el ciclo de conciertos en los Alcázares actuaron De frutos, Mallavibarrena y el trío Puccini.

el 01 sep 2013 / 18:11 h.

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DE FRUTOS + MALLAVIBARRENA + TRÍO *** XIV Edición de Noches en los Jardines del Real Alcázar. 29 de agosto de 2013: Rocío de Frutos, voz. Raúl Mallavibarrena, piano Programa: Músicas viajeras (Música Antigua sefardí y cristiana de siglos lejanos). 30 de agosto de 2013: Trío Puccini: José Manuel Martínez Melero, violín. Michael Thomas, viola. Israel Fausto Martínez Melero, violonchelo. Programa: Clásicos imprescindibles (Tríos para cuerda KV563 de Mozart y Op. 9 nº 1 de Beethoven) Casi cerrando el ciclo de conciertos en los Alcázares pasamos de la ortodoxia en la interpretación de música tradicional sefardí y cristiana con Tricordes, a la heterodoxia en un repertorio similar, con Rocío de Frutos y Raúl Mallavibarrena, para volver a la fidelidad interpretativa con el Trío Puccini acercándose a Mozart y Beethoven. Nuevas muestras de la magia, el juego, la combinación, la sorpresa y la sana curiosidad que hacen de estas noches estivales algo único y extremadamente sensorial. La propina, el standard americano My One and Only Love, y la declaración de intenciones elocuentemente manifestada por Mallavibarrena, sentaron las bases del concierto ofrecido por el especialista en música antigua y la soprano sevillana Rocío de Frutos. Libre de todo prejuicio, el asturiano versionó al piano músicas tradicionales sefardíes, de la liturgia católica o del romancero renacentista fusionando estilos y dando al conjunto un aire de jazz entre latino y aflamencado; toda una demostración de versatilidad, tolerancia y pasión por la música sin etiquetas. Bellísima y exquisita, Rocío de Frutos nos deleitó con una voz privilegiada de generosa emisión, fraseo elegante, modulación grácil y vocalización perfecta, cantando siempre en estilo músicas imperecederas como las Morillas del Cancionero de Palacio o el romance sefardí de la Mora Cautiva. Una forma diferente de acercarse a un repertorio de quienes los intérpretes son probada autoridad; y una magnífica muestra de la excelencia cultural ibérica, crisol en el que se distinguen la sensualidad de oriente, la austeridad visigoda y el tipismo castellano, transcrito al gusto actual como legado para la eternidad. A las puertas del Festival Joaquín Turina de Música de Cámara, uno de sus antiguos promotores protagonizó el antepenúltimo concierto de este verano. Israel Martínez al violonchelo estuvo flanqueado por su hermano José Manuel al violín y el inquieto e incombustible Michael Thomas a la viola. El Divertimento K563 de Mozart no admite una lectura epidérmica y meramente correcta; exige mayor madurez expresiva y riqueza de matices que lo alcanzado por el Trío Puccini. Con el primero de los tres tríos Op. 9 de Beethoven lograron una interpretación generosa en vigor, encanto y exuberancia expresiva, aunque dominando en todo momento un sonido áspero no siempre adecuado. Thomas destacó en seguridad y compenetración, mientras sus jóvenes acompañantes lo hicieron en rigor académico y austeridad emocional, siendo el violonchelo de Israel el más perjudicado como consecuencia del sonido amplificado.

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