Quizás lo mejor sea hacer honor a aquella rebelión que luchó contra los abusos y el genocidio aunque para ello haya que buscar aliados entre aquellos que juraron exterminarte. Sólo cabe preguntarse una nimiedad: ¿querrán los Zerg ser tus amigos?
Doce años después de Starcraft: Brood War y tras haber negado su desarrollo alguna que otra vez, Blizzard nos trae una de las continuaciones más esperadas: Starcraft II. Cuatro años tras lo acontecido en BoW, el antaño héroe Jim Raynor se ha visto reducido a vulgar mercenario que busca artefactos alienígenas, Sarah Kerrigan está desaparecida, los Zerg parecen hibernar y los Protoss están inmersos en una guerra civil que amenaza con hacerles desaparecer. Un cuadro encantador.
En Starcraft II están presentes las mismas tres razas del original (Terran, Protoss y Zerg) y son las protagonistas de cada uno de los capítulos de la trilogía ideada por Blizzard para esta continuación. Esta división ha sido la única fuente de desazón, disipada al ver la calidad del juego, entre sus seguidores.
En la primera parte, Wings of Liberty, el papel principal es de los Terran. La segunda, Heart of the Swarm, estará centrada en los Zerg. Finalmente, los Protoss llevarán la voz cantante en el tercer capítulo, llamado Legacy of the Void. Una carrera de fondo del estudio californiano.
La dinámica de WoL se desarrolla de manera similar a la anterior entrega, mediante misiones que cumplir en tiempos determinados basadas en el propósito inicial de venganza del mercenario Raynor. Pero si alguien piensa que estamos ante una campaña individual lineal está equivocado.
Blizzard ha introducido giros argumentales que añaden variedad y aumentan el interés del conjunto. Así, habrá misiones secundarias que ayudarán a mejorar el equipo, se podrá aprender del armamento enemigo capturado e incluso conversar con los compañeros en las secuencias de enlace para conocer noticias sobre la evolución del conflicto, un toque de rol interesante.
La personalización tiene su cabida en WoL de la mano de un potente editor de niveles, Galaxy Editor, evolución del de otros títulos de Blizzard que incluye de serie la posibilidad de crear mods, un modo de publicación online y la novedosa inclusión del llamado mercado que permitirá la puesta en venta de los mapas creados por los usuarios.
El modo online de Battle.net ha sido renovado para la ocasión de forma sutil pero eficaz y conserva intacta la jugabilidad.
Como era de esperar se ha añadido una importante faceta social perfectamente integrada en el juego y de acuerdo con los, a veces cansinos, cánones de los tiempos 2.0 actuales. Es posible formar grupos de amigos, incluso a través de las redes sociales, con los que combatir o cooperar.
En cualquier caso habrá que estar conectado a la red para poder jugar debido a la discutida supresión del modo en red local y los movimientos de Blizzard contra la piratería.
WoL no presume de las innovaciones técnicas al uso en otros títulos actuales y, la verdad, tampoco las necesita para conseguir un producto tan equilibrado y jugable.
Se ha afinado y perfeccionado el apartado gráfico asemejándolo al gran Warcraft III, con personajes perfectamente diseñados y animados y escenarios imaginativos y elegantes. Esto le da un aire de continuidad que, sin lastrarlo, contribuye a la sensación de encontrarse ante algo conocido y controlable. Un logro más.
Wings of Liberty inicia una trilogía que ambiciona ser la secuela perfecta y tiene mimbres para lograrlo de la mejor manera: rindiendo respetuoso tributo al original acrecentando sus virtudes. Con una jugabilidad a prueba de bomba, una optimización técnica impecable y un apartado multijugador online remozado, ha hecho que merezca la pena haber esperado doce años su salida. Blizzard ha dado con Starcraft II un manotazo tan potente encima de la mesa que casi la rompe. Un clásico.