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Sucedió en el carril-bici (II)

En el carril bici, como en todos los espacios en los que interactúan personas de manera permanente, se generan unos usos y unas culturas, incluso unas reglas de cortesía. Los usuarios son más o menos los mismos, y aunque cada uno va en bici por un motivo todos afrontan unos mismos problemas.

el 15 sep 2009 / 09:33 h.

En el carril bici, como en todos los espacios en los que interactúan personas de manera permanente, se generan unos usos y unas culturas, incluso unas reglas de cortesía. Los usuarios son más o menos los mismos, y aunque cada uno va en bici por un motivo todos afrontan unos mismos problemas. Por eso es posible encontrar ciertas conductas generalmente aceptadas.

Por ejemplo: es cortés en el punto de recogida de las bicicletas de alquiler preguntar al que deja la bici si ésta va bien. Así te ahorras sorpresas; en verano te libras del calentamiento de posaderas, y en invierno del culo mojado (si ha llovido); siempre es mejor la bici recién usada. Cuando faltan bornetas o bicis no hay amigos: el primero que llega se lo queda todo, y vale correr como cabrones para adelantar a otro y quitarle el recurso.

Si sabes dónde las hay libres (bicis o bornetas), y te preguntan por ellas no está muy mal mentir, si es que tú las necesitas. A las personas mayores no se les pita, se les avisa para evitar atropellos o se les esquiva. A los que no lo son, a muerte, se les dice de todo y se les pasa rozando. A los coches aparcados en el carril con alguien dentro la mirada asesina es obligatoria; recriminarles su incívica actitud tampoco sobra. A los coches vacíos? bueno, allá cada uno; yo me inclino por llamar al 092 y decirlo. En fin, unas pocas reglas sencillas que te hacen ser un verdadero gentleman-on-the-bike.

Catedrático de Derecho del Trabajo

miguelrpr@ono.com

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