Sin guión predeterminado, sin corsés formales, así se rodó Sueñan los androides, la película en la que el joven director Ion de Sosa rinde homenaje implícito a Philip K. Dick en lo que se propone como una versión libérrima de su ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, que sería adaptada al cine (y mundialmente aclamada) como Blade Runner. Tan libérrima, que a menudo se desentiende por completo dela idea original. No quiero que venga un heredero de Philip K. Dick y me diga que le debo un millón de euros, bromea el cineasta. Rodada en 16 mm, la cinta desarrolla una suerte de distopía fechada en el año 2052, cuando el mundo entero se ha convertido en un inmenso Benidorm. De hecho, el rodaje fue realizado en esta ciudad del levante español, donde según De sosa tuvo todas las facilidades imaginables. El trato fue exquisito. Pedías permiso para rodar en una tienda y te lo daban, y lo mismo en una casa particular, en una comisaría... es el lugar más increíble para trabajar que hemos visto jamás, explica. De todos modos, la historia no gira exactamente en torno a Benidorm, sino insinuar un futuro de la Humanidad en el que las ciudades se hubieran vuelto no-lugares, como también podría tratarse de Dubai, o de Hong Kong. Las obras a medio terminar, edificios deshabitados y discotecas para ancianos configuran un paisaje de abandono que conecta perfectamente con la novela. Más que una adaptación, se trataría de una nota a pie de página, subraya junto a su productor, Luis López Carrasco. Por otro lado, la intención de De Sosa era, según él mismo afirma, desmarcarme de mi primera película, que era marcadamente autobiográfica, y en la búsqueda de ese contrapunto concebió la idea de que los androides, a través de sus recuerdos falsos, fueran descubriendo mis propios recuerdos. En este sentido también fue fundamental el cambio de formato. Empecé haciendo cosas en vídeo, pero en ese deseo de desmarcarme del resto de las producciones empecé a familiarizarme con el formato cuadrado, con el que me siento muy cómodo. Y como el 16 mm es caro, te obliga a pensar mejor, no puedes hacer muchas tonterías, agrega Ion de Sosa. Asimismo, en la personalísima versión (o perversión) del director navarro, actualmente afincado en Berlín, hay también una mirada sobre el fenómeno de la emigración a través de los propios androides, de tal suerte que el resultado final es en cierto modo una película de amor a todo lo que he dejado atrás. Y como sucede a menudo con los emigrantes y los oriundos, es imposible distinguir a los androides de los seres humanos, concluye.