Según se mire, el partido de Mallorca y su resultado final para unos resultará suficiente el punto que mantiene al Sevilla en la zona de privilegio de la clasificación, la que da acceso a un puesto en la Champions, y para otros resultará insuficiente por el dominio que ejerció en el segundo tiempo sobre el equipo mallorquinista y al que tan poco provecho le sacó en su resultado final. Así que estamos ante el dilema de la botella medio vacía o medio llena.
No hubo reacción. Se esperaba tras la eliminación de la Copa de la Uefa en Génova una importante reacción del equipo que entrena Manolo Jiménez. Se buscó el revulsivo de un jugador tan importante como Frederic Kanouté para sacar petróleo en el pozo de Mallorca. Lo cierto es que el Sevilla fue decepcionante en cuanto al juego en el primer tiempo y sólo se le vio en un cabezado de Luis Fabiano que se estrelló en el larguero, porque el resto de los primero 45 minutos fueron muy difuminados en cuanto a fútbol y sentido atacante.
Dominio insulso. La segunda parte fue de neto dominio sevillista. El Mallorca se atrincheró en su propio terreno para así no dar espacios a los atacantes sevillistas que aunque pusieron en liza toda su artillería, es decir, Navas, Capel, Luis Fabiano más Kanouté y Adriano, que entraron en juego durante el desarrollo de la segunda fase, pero ya se sabe que en fútbol no es cuestión de tener muchos delanteros sino de llegar con efectivos arriba por el juego y las situaciones que sea capaz de crear el equipo. Un tiro de Romaric que despejó en gran parada el portero argentino Germán Lux fue lo único noticiable de las llegadas sevillistas y los minutos fueron discurriendo con un dominio estéril que no tuvo reflejo alguno en el marcador.
