La presidenta andaluza y secretaria general del PSOE-A, Susana Díaz, durante su intervención hoy en un acto público de su partido con motivo del primer año al frente de la Junta de Andalucía. / EFE El auditorio del Palacio de Exposiciones y Congresos de Sevilla (Fibes) colgó ayer el cartel de completo al congregar a más de 4.000 personas en el acto que el PSOE-A organizó para celebrar el primer aniversario de su secretaria general, Susana Díaz, al frente de la Junta de Andalucía. Una presidenta que no paró de recibir abrazos y besos de sus compañeros de formación: «Gente honesta, trabajadora y humilde», en palabras de Díaz. Unas muestras de cariño que se transformaron en sonoras ovaciones cuando la presidenta en su intervención les tocó su fibra más sensible. Y es que trató prácticamente todos los temas de mayor actualidad, sin obviar el de la corrupción, que tanto daño está haciendo a su formación, pero sin mencionar explícitamente los casos de los ERE ni los cursos de formación. Ella, desde que llegó a San Telmo, ha intentado poner un pared para que el pasado no se mezcle con los nuevos tiempos y para ello no dudó en afirmar que «el que la hace la paga, se llame como se llame, y al que sea inocente que se le restituya el honor». Aseguró que la política «es noble» y está llena de «gente honesta», momento que aprovechó para autodefinirse como «roja y decente» y para recalcar que todas aquellas personas que se hayan apropiado de fondos públicos no tienen derecho a formar parte «de la familia socialista». Rodeada de sus consejeros, de los secretarios provinciales, de la presidenta del partido, Micaela Navarro; de la ex ministra Trinidad Jiménez; y de un innumerable grupo de altos cargos socialistas, se vanaglorió de haber puesto en marcha la ley de transparencia «más valiente», para poner freno a la corrupción y para que «lo que se ha hecho mal» no se vuelva a repetir. Díaz aseguró que en este año es la primera vez que se celebra el primer aniversario de un presidente de la Junta se ha producido el cambio que Andalucía se merece «y que sólo podíamos dar nosotros. Un partido centenario y con un tronco fuerte, pero al que hay que regar para que le salgan hojas nuevas». Mirando ya hacia el futuro, anunció que el próximo presupuesto será «justo». Prometió que en él se mantendrá el Estado del Bienestar, los trabajadores públicos recuperarán los derechos perdidos y se impulsará la creación de empleo, todo ello, según recriminó, a pesar de las trabas que está poniendo el Gobierno central, que ha anunciado que reducirá en 600 millones de euros el dinero que destinará a Andalucía. No obstante, Díaz insistió en que se blindará la igualdad de oportunidades «sí o sí». En este sentido, la presidenta de la Junta se lamentó del poco apoyo que está teniendo del PP andaluz, algo que achacó a que «la derecha no ha cambiado, es la misma de siempre, nunca reconoce nada bueno para Andalucía. Está anclada en el pasado y prefiere ser sumisa a Rajoy antes que levantar la voz por Andalucía». Advirtió a sus compañeros que ella no se callará y pondrá la Administración «boca abajo» para buscar fórmulas para generar empleo en una comunidad con más de un millón de parados y donde «hay sueldos de miseria». También hizo referencia al proceso de convergencia entre IU y Podemos, aunque sin nombrar explícitamente a estas dos formaciones. Alertó de que hay que tener cuidado porque estar «en las dos orillas siempre beneficia a la derecha». Y les lanzó un mensaje: el PSOE no «es su adversario ni su enemigo». La presidenta no se olvidó de la sangría de la violencia de género en lo que va de año ya han muerto 10 mujeres en Andalucía, por lo que solicitó al Gobierno un gran pacto nacional. Aunque dentro del auditorio todo fueron muestras de cariño hacia Díaz, en la puertas de Fibes se concentraron para protestar trabajadores despedidos como los Agentes Locales de Promoción de Empleo (Alpes), sanitarios de Loja (Granada) y monitores escolares.