Cultura

Suspiros de una España oscura y apasionada

‘El gato montés’ repite triunfo en el Maestranza con esta nueva versión

el 07 may 2013 / 09:28 h.

El gato montés **** Teatro de la Maestranza. 6 de  mayo. El gato montés, de Manuel Penella. Intérpretes: S. Hernández. M. Nogales. M. Martín. Á. Ódena. A. Gorrotxategi. R. Amoretti. L.Cansino. Director de escena:José Carlos Plaza. Real Orquesta Sinfónica de Sevilla.  Director musical:C.Soler. Producción del Teatro de la Zarzuela. Por Juan José Roldán zarzuela-gato-montesRescatada por empeño de Plácido Domingo y Miguel Roa para la Exposición del 92, El gato montés fue una pieza de gramática zarzuelera y estructura de ópera que gozó de tanta popularidad en su época que incluso propició una película veinte años después de su estreno. El propio Penella la dialogó, perdiendo su carácter musical casi por completo; y la pionera Rosario Pi, cuya carrera se truncó con la Guerra Civil, la dirigió. Esta nueva versión del reputado y experimentado Jose Carlos Plaza le otorga auténtica entidad operística, gracias a un minucioso y dramático trabajo de concepto que la alivia del excesivo folclore y pintorequismo que contienen libreto y adaptaciones anteriores. Su puesta en escena, parca y sencilla, se apoya en diversos elementos simbolistas que sitúan la trama en una España mísera y austera en la que las emociones del trío protagonista chocan con un ambiente poco adecuado para encontrar la felicidad. Un enorme espejo con forma de ninot relaciona en el segundo acto la Sevilla barroca en la que se ambienta con la Valencia de donde era oriundo el maestro Penella. Y un oscurísimo coso taurino como fondo de teatro negro combinado con un grotesco uso de la figuración, resuelve de manera escalofriante la faena y posterior cogida de El Macareno. Son quizás los elementos escénicos más impactantes de un esmerado espectáculo, muy bien dirigido por Plaza, con mucho ritmo y sentido del espacio, y brillantemente coreografiado por Cristina Hoyos, ambos presentes en la sala. La soprano Saoia Hernández, que ya interpretó a Soleá en el Teatro de la Zarzuela, es generosa en proyección, con una voz gruesa y holgada y poderosos agudos, si bien le conviene pulirse como actriz. Gorrotxategi tiene presencia y una voz de bello timbre que modula con gusto y sentimiento; le falta mayor volumen y proyección. El instrumento algo tremolante de Ódena cumple con creces en proyección, fraseo y dramatismo. De todos los demás quien más convenció fue el bajo Rubén Amoretti como padre Antón, con una voz potente, una dicción asombrosa y mucha gracia. Cristóbal Soler ya disfrutó de las bondades de nuestra orquesta el año pasado con Luisa Fernanda, y esta vez puede que aún más ante la excelencia con la que el conjunto recreó toda la distinción y estupenda orquestación de la partitura. El coro y los niños de Los Palacios redondearon un espectáculo ciertamente recomendable.

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