Si hace poco más de un año alguien les hubiera dicho a Rocío Cabrera, a Sonia Gómez y a Alba Reig que pronto su música sonaría en las emisoras de radio más conocidas de España y que miles de fans seguirían sus pasos con total devoción, ellas habrían pensado que ese alguien no estaba muy bien de la cabeza o que se trataba de una simple broma. Pero no. No son los vaticinios de un predicador loco ni gracietas sin demasiado sentido. Es la pura realidad. El pasado domingo 18 de mayo, en el teatro Cajasol de Sevilla, Alba, Sonia y Rocío, las tres integrantes de Sweet California, demostraron que han conseguido meterse de lleno en el mundo de la música. Y es que el grupo acaba de cumplir un año y ya cuenta con más de 35.000 seguidores en Twitter, un disco en la calle, Break of day, y un puesto en la lista de los 40 Principales. ¿Sus armas? Algo de fortuna, talento y, sobre todo, mucho esfuerzo.
Alba, Sonia y Rocío tras su concierto en el teatro Cajasol de Sevilla, el pasado 18 de mayo. / Foto: M.J.G.
Todo es el resultado de años persiguiendo un mismo objetivo, un sueño que parecía imposible de alcanzar: vivir de la música. «Antes de formar parte del grupo y comenzar con este proyecto yo ya me dedicaba a la música. He trabajado en un hotel cantando, en bodas, en orquestas
en todo lo que tuviera que ver con la música. Esto es lo que siempre me ha gustado y la verdad es que ahora estoy flipando con todo lo que está pasando», afirma Alba, que, al igual que sus compañeras Rocío y Sonia, lo tenía muy claro: lo suyo era la música.
Sin embargo, el trabajo y el esfuerzo no acaban aquí: ahora que empiezan a ser conocidas y que han logrado cautivar al público juvenil. Más bien al contrario. Es en este momento cuando tienen que poner toda la carne en el asador y demostrar que lo que les ha ocurrido no ha sido un golpe de suerte ni pura casualidad. Y ellas lo saben mejor que nadie. Según Rocío, «el 70% es trabajar, pensar, montar
lo preparas todo para que cuando llegue el concierto salga bien. Además, durante la actuación, sabes que tienes que centrarte y vivir las canciones pero no puedes evitar pensar en que tienes que ir a por la guitarra, en que debes cambiarte de vestuario
Es trabajo continuo, es aprender de manera constante». Tal y como asegura Sonia, «no es todo tan fácil como parece».
Aunque los obstáculos y dificultades que se suceden a lo largo del camino no son suficientes como para frenar a estas tres jóvenes cantantes llenas de fuerza y de ganas de comerse el mundo. Todas ellas han conseguido enfrentarse a sus miedos, a lo que más difícil les resultaba, y salir airosas. Es el caso de Alba, a quien los platós y las cámaras de televisión no le atraían lo más mínimo. «Tenía pánico a ese primer momento en la tele, donde me iba a ver muchísima gente. No quería hablar y quedarme en blanco, olvidar la letra de la canción
podían pasar mil cosas que me daban pánico. La primera vez, que fue en Qué tiempo tan feliz, lo pasé muy mal, con muchísimos nervios. Aunque cada vez lo lleve mejor, ese era mi gran miedo». Una fobia ya superada. Al igual que el vértigo que da embarcarse en un proyecto nuevo y de tal envergadura como en el que ellas están ahora inmersas. «Al principio tenía miedo de decepcionar a alguien. Era mucha responsabilidad: la discográfica en la que estamos, la gente que ya nos seguía
pero te compensa porque haces lo que te gusta», recuerda Sonia.
Cuando se les pregunta acerca del significado que la música tiene para ellas, ninguna de las tres duda en afirmar que no podrían imaginar la vida sin ella. Medio en broma, medio en serio, Rocío asegura que cree tener una enfermedad que hace que no pueda parar de cantar en todo el día. «A veces son las 12 de la noche y tengo la necesidad de cantar pero no puedo porque tengo compañeros de piso que duermen a esa hora... y vecinos. Pero yo lo necesito y a veces lo paso muy mal», confiesa la alicantina con una sonrisa. Aunque no es Rocío la única que padece esta rara adicción, sino que la comparte con sus compañeras de equipo. Para Sonia la música es «una vía de escape. Cuando estoy mal me pongo a cantar, me subo al escenario y se me olvida todo». La postura de Alba también se acerca mucho a la de sus compañeras: «Yo creo que todo lo que tenga que ver con el arte en sí lo llevo dentro desde siempre, ya sea la pintura, la música
me encanta todo ese mundillo. Para mí es importante la música, las letras de las canciones, porque cuando estás mal y te pones una canción, muchas veces te ayuda para levantar el ánimo».
Las tres integrantes de Sweet California, su amor por la música, sus voces, que se entrelazan entre sí con total naturalidad, y su aspecto colorista y desenfadado, han hecho que, a pesar de su edad (apenas superan la veintena), sean muchos los que ya se autoproclamen sus seguidores. Y es que los jóvenes también tienen mucho que ofrecer al mundo de la música. «Cada vez hay más gente joven preparada que, además, aporta frescura, innovación. Hay gente más mayor que ya tiene su carrera y una línea de la que no se le puede sacar. Lo bueno es que también llega gente joven con conceptos totalmente nuevos de la música. Yo creo que innovar es un poco la clave, al menos en nuestro caso», asegura Alba convencida. Parte de esa regeneración, de ese apostar por lo nuevo, por lo diferente, pasa por el uso de las redes sociales, tanto en el mundo de la música como en otros ámbitos. «En nuestro caso, las redes sociales juegan un papel muy importante. Sin ellas no hubiera habido esa repercusión que hubo al principio. En ese entonces nos reconocían y no habíamos sacado nada, todo era gracias a Twitter», afirma Sonia. Grupos como Sweet California hacen ver que los jóvenes tienen mucho que ofrecer a la música, al arte y a la sociedad en general, demuestran que es posible conseguir lo que uno se propone y buscarse, en la medida de lo posible, la propia suerte. Ninguna de las tres cantantes duda en animar a quienes batallan día tras día por introducirse en el universo de la música. Es la propia Rocío quien aconseja que «no hay que rendirse cuando algo te gusta de verdad, si tienes claro lo que quieres, ve a por ello, hazlo, luego ya vendrá lo que tenga que venir».
