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Tapas Nikkei, Japón y Perú en Baños

Nazca (Centro). Para probar algo diferente en un local acogedor y con extraordinario servicio.

el 16 nov 2013 / 17:31 h.

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tapas Por Javier Compás Nikkei se ha dado en llamar la cocina de influencia japonesa fusionada con esencias peruanas que nos ha llegado del hermano país hispano americano, donde la colonia japonesa asentada allí ha marcado, no sólo la gastronomía, sino características esenciales de la nación, llegando a dar un presidente de ascendencia nipona, el infausto Fujimori o, como contrapartida, a ese magnífico escritor y buena persona como es Fernando Iwasaki, afortunadamente asentado en Sevilla desde hace años. Famoso se ha hecho en los últimos años el chef limeño Gastón Acurio, máximo embajador de este tipo de cocina en todo el mundo desde sus restaurantes Astrid & Gastón con sedes en varios países, además de las cebicherías La Mar, también presentes por todo el mundo. Bien, pues esa cocina de fusión japonesa peruana, amante del producto fresco, de trabajar el pescado y complementar con elementos autóctonos peruanos, la podemos disfrutar en Nazca, un negocio que abrió hace poco tiempo en la calle Baños, en una esquina, con la calle Miguel Cid, donde durante muchos años estuvo un concurrido bar de copas, muy ochentero, con sus luces tenues y su mesa de billar, y que hoy ha cedido su puesto a este alegre y luminoso bar de tapas, donde se ha construido una cocina a la vista que permite al público observar las precisas evoluciones del equipo de cocina. La sala del bar, como he comentado, es acogedora y alegre, cómoda, con una decoración funcional y moderna, pero lo que primero impacta de Nazca es un servicio atento y educado, que sabe de lo que habla y que pueden orientar tanto en la elección de las tapas como en el vino adecuado para acompañarla, por cierto, hay atractivas posibilidades para probar y que van bien con la difícil cocina especiada y algo picante en ocasiones, algo complicado para maridar con vinos, pero que podemos salvar adecuadamente con los que se ofrecen en su pizarra o con alguna cerveza de las propuestas. El aji amarillo, el jengibre, la cebolla morada, la patata sustituyendo al arroz envuelto en algas, son elementos habituales de unas tapas generosas, de cuidada presentación, como el cebiche que probamos, muy rico de sabor y de impactante puesta en plato, aunque no acabe de convencernos la presencia del maíz duro en este plato que, por otra parte, comprendemos que es lo suyo, es como al que no le gusta el pepino en el gazpacho, se puede prescindir de él pero la receta lo lleva. Rica también la hamburguesita, con salsa aparte muy sabrosa y patatas fritas cortadas a cuchillo en la casa. La vajilla es variada, divertida a veces incluso, con originales propuestas que no compartirán los talibanes del plato redondo, pero que dan un toque innovador a las ya de por si creativas elaboraciones de la casa, donde por cierto también se elaboran los postres, como el magnífico de chocolate que probamos, aunque acompañado por un helado más bien insulso. En definitiva, un sitio que hay que probar, por diferente, por divertido, por buen servicio y buenas tapas, que pueden gustar más o menos, pero que nos hacen salir de la rutina y de los establecimientos habituales de la ciudad, una oportunidad de viajar a esta cocina japonesa peruana, en formato tapas, lo que significa que la cuenta no se nos disparará excesivamente. Nikkei se ha dado en llamar la cocina de influencia japonesa fusionada con esencias peruanas que nos ha llegado del hermano país hispano americano, donde la colonia japonesa asentada allí ha marcado, no sólo la gastronomía, sino características esenciales de la nación, llegando a dar un presidente de ascendencia nipona, el infausto Fujimori o, como contrapartida, a ese magnífico escritor y buena persona como es Fernando Iwasaki, afortunadamente asentado en Sevilla desde hace años. Famoso se ha hecho en los últimos años el chef limeño Gastón Acurio, máximo embajador de este tipo de cocina en todo el mundo desde sus restaurantes Astrid & Gastón con sedes en varios países, además de las cebicherías La Mar, también presentes por todo el mundo.  Bien, pues esa cocina de fusión japonesa peruana, amante del producto fresco, de trabajar el pescado y complementar con elementos autóctonos peruanos, la podemos disfrutar en Nazca, un negocio que abrió hace poco tiempo en la calle Baños, en una esquina, con la calle Miguel Cid, donde durante muchos años estuvo un concurrido bar de copas, muy ochentero, con sus luces tenues y su mesa de billar, y que hoy ha cedido su puesto a este alegre y luminoso bar de tapas, donde se ha construido una cocina a la vista que permite al público observar las precisas evoluciones del equipo de cocina. La sala del bar, como he comentado, es acogedora y alegre, cómoda, con una decoración funcional y moderna, pero lo que primero impacta de Nazca es un servicio atento y educado, que sabe de lo que habla y que pueden orientar tanto en la elección de las tapas como en el vino adecuado para acompañarla, por cierto, hay atractivas posibilidades para probar y que van bien con la difícil cocina especiada y algo picante en ocasiones, algo complicado para maridar con vinos, pero que podemos salvar adecuadamente con los que se ofrecen en su pizarra o con alguna cerveza de las propuestas. El aji amarillo, el jengibre, la cebolla morada, la patata sustituyendo al arroz envuelto en algas, son elementos habituales de unas tapas generosas, de cuidada presentación, como el cebiche que probamos, muy rico de sabor y de impactante puesta en plato, aunque no acabe de convencernos la presencia del maíz duro en este plato que, por otra parte, comprendemos que es lo suyo, es como al que no le gusta el pepino en el gazpacho, se puede prescindir de él pero la receta lo lleva. Rica también la hamburguesita, con salsa aparte muy sabrosa y patatas fritas cortadas a cuchillo en la casa. La vajilla es variada, divertida a veces incluso, con originales propuestas que no compartirán los talibanes del plato redondo, pero que dan un toque innovador a las ya de por si creativas elaboraciones de la casa, donde por cierto también se elaboran los postres, como el magnífico de chocolate que probamos, aunque acompañado por un helado más bien insulso. En definitiva, un sitio que hay que probar, por diferente, por divertido, por buen servicio y buenas tapas, que pueden gustar más o menos, pero que nos hacen salir de la rutina y de los establecimientos habituales de la ciudad, una oportunidad de viajar a esta cocina japonesa peruana, en formato tapas, lo que significa que la cuenta no se nos disparará excesivamente.

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