Un disparatado proyecto portuario podría acabar con el sueño de Tarifa, tal y como lo conocemos hoy. A juicio de sus técnicos, el puerto de Algeciras necesita más espacio para rentabilizarlo e intentar evitar la competencia de Tángermed y el futuro megapuerto que Marruecos ingenia para Nador. El desvío del tráfico de pasajeros hacia la ciudad del windsurf, el 100% fun y el turismo alternativo puede convertirla en un remedo urbanístico de lo que hoy es Algeciras, la ciudad a la que Benito Pérez Galdós consideró en su día tan hermosa como Ronda.
Al menos, eso es lo que considera la plataforma Tarifa Si, que preside el artista Guillermo Pérez Villalta y que no se cree los cuentos y las cuentas de la Autoridad Portuaria, cuyos datos afirman que esta iniciativa creará dos mil empleos, lo que hace saltar chiribitas de los ojos en distintos sectores tarifeños. Justo ahí se enreda aún más esta encrucijada de paradojas: diversas consejerías de la Junta de Andalucía, gobernada por el PSOE, desaconsejan esta obra faraónica y el Partido Popular la asume como propia aduciendo que ya se esbozó cuando José María Aznar reinaba en La Moncloa.
Así las cosas, Pérez Villalta criticó la incultura de algunos sectores locales que bailaban a pie juntillas con esta formidable flauta de Hamelín. La especie que corrió es que el hijo predilecto local había llamado "cutres" a los tarifeños. Ello le valió que un energúmeno ligado al PP le zarandeara en la calle y golpeara a su compañero sentimental. Para colmo, el líder local de los conservadores, Juan Andrés Gil -quien antes militó en el andalucismo y que fue candidato electo por Izquierda Unida?les acusó de haber provocado el incidente al pasar por delante de su sede. Y mientras el agresor recorre ahora la ciudad pidiendo firmas para que eliminen el nombre del pintor del callejero, a título oficial, ni la Autoridad Portuaria ni los socialistas -a excepción del alcalde Miguel Manella?han condenado expresamente la agresión. En cambio, ha recibido una carta de la ejecutiva municipal del PSOE exigiéndole que se eche atrás de unas declaraciones que no ha hecho aunque, eso sí, mostrando el más profundo respeto por la libertad de expresión.
Él ha escrito una carta con su versión de los hechos, en la que asegura estar viviendo un proceso inquisitorial. La ha titulado "La conjura de los necios" y no le falta razón. Y lo peor es que este disparate a varias voces no sólo puede acabar con la paciencia del artista sino con uno de los parajes más bellos de este país.
