Cultura

Teatro crónico, deliciosa locura

No es de dominio común, pero en esta ciudad contamos con compañías de teatro independientes que registran una trayectoria profesional extensa y magistral. Compañías como Teatro Crónico que ha conseguido ganarse un lugar destacado dentro del panorama de nuestro teatro contemporáneo.

el 14 sep 2009 / 23:32 h.

No es de dominio común, pero en esta ciudad contamos con compañías de teatro independientes que registran una trayectoria profesional extensa y magistral. Compañías como Teatro Crónico que ha conseguido ganarse un lugar destacado dentro del panorama de nuestro teatro contemporáneo.

Sus fundadores, Javier Centeno, Mamen Gallardo y Teresa Velázquez, comenzaron su andadura formando parte del proyecto de Atalaya Teatro, allá por 1983, de la mano de Ricardo Hiniesta. Con él se atrevieron a dar su particular visión, absolutamente contemporánea, de textos tan dispares y complejos como Así que Pasen cinco años, de García Lorca, La rebelión de los objetos, de Maiakovsky, Máquina-Hamlet, de H. Müller y Espejismos de J. M. Olivero.

El montaje del texto de Fernando Mansilla, Espejismos, supuso el punto de ruptura necesario para comenzar su carrera en solitario. En 1993, ya con el nombre de Teatro Crónico, estos tres jóvenes creadores llevaron a cabo un brillante trabajo de adaptación dramática de los textos de Boris Vian en una hilarante y sugestiva comedia, Todo Va Vian. A partir de ahí, han definido un estilo singular llevando a cabo una serie de adaptaciones cómicas de obras dramáticas clásicas como La comedia de Hamlet. Con esta obra nos demostraron su dominio del oficio dando un giro de trescientos sesenta grados al texto shakesperiano para ofrecernos una comedia tan hilarante como transgresora y original.

En esta ocasión nos presenta, a manera de preestreno, su última propuesta La loca historia de Macbeth que, bajo la dirección de Paco Yuste, como su nombre indica consigue, con deliciosa irreverencia, convertir la obra más dramática y tortuosa de Shakespeare en una locura bufonesca, tan fresca como divertida, en la que los personajes destacan los males de nuestro tiempo, plagado de incredulidad, ironía y desconfianza.

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