La atracción donde murió la niña tenía fallos en el diferencial y la toma de tierra

La pedanía palaciega de Maribáñez llora a Alba María C. G. en un sepelio multitudinario. El Ayuntamiento presta apoyo psicológico a la familia y a los compañeros de la fallecida

el 21 sep 2014 / 17:15 h.

Atracción de la feria de Maribáñez, en Los Palacios. / EFE Atracción de la feria de Maribáñez, en Los Palacios. / EFE No faltaba casi ninguno de los 1.300 vecinos de Maribáñez ayer en el funeral por la niña de 12 años Alba María C. G., que falleció poco antes de la medianoche del viernes justo al bajarse de La Olla, una atracción de la feria que celebraba la pedanía palaciega cuya descarga eléctrica terminó con su vida tan brutal y rápidamente que los primeros servicios del 061 no pudieron hacer nada. La inmensa mayoría de asistentes a la misa por su alma, que presidió el párroco, Julián Hernández, llenaba la plaza frente a la parroquia de Nuestra Señora de las Marismas, porque no cabían en el templo. Y aunque el dolor frenaba de momento la rabia por la pérdida de la pequeña, muchos vecinos se han mostrado «indignados» por la gestión llevada a cabo en la primera jornada de la tragedia, sobre todo por las insinuaciones de la delegada del Gobierno en Andalucía, Carmen Crespo, a lo largo del sábado de que, supuestamente, la investigación apuntaba a «una muerte natural» y no a una descarga eléctrica como no sólo terminó confirmando a última hora de la tarde la autopsia practicada en el Instituto Anatómico Forense de Sevilla, sino que era vox pópuli en Maribáñez desde el primer momento. Los vecinos no dudaban de que la causa de la muerte hubiera sido una descarga por muchos motivos: porque ya el jueves –día anterior al suceso– la propia Guardia Civil inspeccionó –aunque sin resultados– la atracción de al lado de La Olla, unos coches de tope, porque algunas familias habían avisado de que «daba calambre», según testimonio de los niños; porque una amiga de Alba María, que también se bajó de la atracción con ella, fue dada de alta en el hospital de Valme precisamente la noche del sábado después de haber tenido paralizada una parte del cuerpo por una descarga; porque otro chico al que el padre llevó inmediatamente al centro de salud de Los Palacios y luego al hospital recogió un informe médico en el que se concluían síntomas de electrocución leve; y porque al menos un adulto y varios niños que tocaron a Alba María al bajarse de la atracción sufrieron calambres. Por su parte, los técnicos de la Junta que a lo largo de la jornada inspeccionarán la atracción elaborarán un informe para entregarlo al juzgado de Utrera. Fuentes de la delegación provincial de Innovación de la Junta en Sevilla han informado de que los técnicos de la Junta con competencia en materia de baja tensión irán como apoyo a la investigación al haber requerido la Guardia Civil su colaboración. Han aclarado que las atracciones de feria no son competencia autonómica sino de los ayuntamientos y han señalado el informe que elaborarán los técnicos de la Junta lo remitirán al juzgado de Utrera (Sevilla), encargado del caso. El alcalde, Juan Manuel Valle (IP-IU), confirmó ayer que los técnicos municipales que inspeccionaron la atracción durante el sábado junto a la Guardia Civil no sólo detectaron «fallos internos en los diferenciales de la instalación» sino que la toma de tierra «no tenía la suficiente longitud». La propia Benemérita recogió el sábado testimonios entre los vecinos que apuntaban a que justo al ocurrir el accidente algún encargado de la atracción fue a poner la pica de toma de tierra. Hoy serán técnicos especialistas de la Junta de Andalucía quienes realicen otra inspección a La Olla de nombre Caiga quien caiga, que es la única de las cinco atracciones que quedó en el llano que funcionaba como calle del infierno, pues mientras se oficiaba el entierro de Alba María los trabajadores de la empresa de las atracciones lo desmontaban todo, excepto La Olla, que continuó precintada. Tras el entierro, las redes sociales y los mensajes de whatsapp se encendieron principalmente contra el Ayuntamiento, aunque de forma anónima, por haber mantenido la hipótesis de la «muerte natural» de la Delegación del Gobierno, y exigían «responsabilidades y una aclaración digna» de lo sucedido. En este mismo sentido, el portavoz municipal del PP, Antonio Romero, anunciaba que hoy lunes exigirían al equipo de gobierno de Valle que explique «si la actuación fue la reglamentaria; qué falló y por qué». «Alba merece una explicación», apostilló, tras asistir al funeral junto a compañeros del partido. También en la puerta de la parroquia estuvo el alcalde, la teniente de alcalde, Carmen María Molina; el concejal de Seguridad Ciudadana, Manuel Begines; y el de Festejos, José Antonio Muñoz. El primer edil adelantó ayer que «si hubiera una denuncia» por parte de la familia de la niña fallecida «no tendría sentido que fuera contra el Ayuntamiento porque es la empresa la que está obligada a que sus propios peritos inspeccionen la instalación», dijo Valle. «El Ayuntamiento sólo tiene que dar el visto bueno a la documentación que presente la empresa, y la documentación estaba toda en regla», añadió Muñoz. «Es como cuando haces una obra en tu casa; el responsable es el arquitecto, aunque la Administración tenga que dar el visto bueno desde fuera», insistió Begines. Valle, por su parte, recalcó que el Gobierno local ha cumplido «con todos los pasos marcados por la ley con respecto a controles e inspección», al tiempo en que insistía en que «junto a la familia, somos los principales interesados en saber qué ocurrió». El regidor palaciego subrayó que el Ayuntamiento actuará «con todas las consecuencias si de los resultados de la investigación se dedujera finalmente que hay responsabilidad de alguna índole». Ayuda psicológica. «Por parte del Ayuntamiento, desde el primer momento se han puesto los médicos y psicólogos a disposición de los familiares», apuntó Valle, al tiempo que adelantaba la organización de un dispositivo para atender también a menores cercanos a Alba María, así como compañeros de clase que ayer también asistían al entierro y llegaron a desmayarse. El sacerdote tuvo palabras de consuelo para los dolientes y señaló que aunque «sus padres y abuelos no entiendan ahora lo ocurrido, tendrán que darle gracias a Dios por los años que disfrutaron de Alba María». Cuando sacaron el blanco ataúd hasta donde lo esperaba el coche fúnebre se produjeron duras escenas de dolor por parte de la familia. Había coronas mortuorias de sus padres, sus abuelos, el colegio donde la chica había estudiado hasta hace un par de años, del instituto Diego Llorente donde acababa de empezar 2º de la ESO y de la caseta de feria a la que pertenecía, El Rincón de María.

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