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Tendencias dispares

el 18 feb 2013 / 12:47 h.

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Se hace extraño escribir sobre los partidos disputados por Sevilla Fútbol Club y Real Betis Balompié esta jornada, que inauguraron un viernes los sevillistas y finalizaron, ya casi en lunes, los béticos en Barcelona. Ya saben que quien paga manda y los operadores que están sustentando al fútbol le pueden ocasionar un daño, si no irreparable, sí muy perjudicial ante esos niños que son el futuro de nuestro querido deporte. En este mundo tan materializado el dinero, guste o no, es quien manda. Punto.

El Sevilla, merced a su victoria (3-1) sobre el Deportivo y la paz social que tanto necesitaba, atisba un horizonte muy esperanzador. Puede pensar en la escalada porque el equipo invita a ello y todavía es posible. Y, especialmente, en ese sueño tan real como la vida misma que es eliminar al Atlético de Madrid. El fútbol cambia de la noche a la mañana y se sustenta de ilusiones que muchas veces se tocan con la yema de los dedos y hasta se hacen realidades. El sevillismo pesimista, dividido y dormido tiene la oportunidad de salir de su letargo y soñar con esa noche del 27 de febrero donde se jugará, en el Sánchez-Pizjuán ante el Atlético de Madrid, ni más ni menos que una plaza en la final de la Copa del Rey y un pasaporte de la próxima Europa League.

El Betis, por su parte, sigue viendo pasar las jornadas últimamente sin encontrar esas victorias que fueron tantas veces sus compañeras de viaje. Su juego no encuentra soluciones de cara al gol y aunque un futbolista no puede cambiar a un equipo, la ausencia de Rubén Castro, su goleador, está siendo demasiado costosa. Hoy por hoy, el Real Betis no tiene un delantero goleador que pueda sustituirle.

La derrota (1-0) ante el Espanyol fue una prueba más de lo que el equipo de Mel está más que necesitado. Al error de Paulao en el gol de Sergio García le sucedieron minutos y más minutos de posesión del balón y hasta del juego pero inocuos ante la portería españolista.
El gol es el valor cotizado del fútbol. El Betis lo encontró en Rubén Castro, pero cuando el canario se ausenta las consecuencias son tan claras que sobran hasta las explicaciones. En Cornellá hubo una nueva muestra. Dominar el juego, llegar hasta la extenuación al área rival no sirve para nada si no hay quien la meta en la portería contraria. El Betis en Barcelona fue un claro ejemplo y las consecuencias fueron tres nuevos puntos perdidos.

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