«Tenemos que dar un mensaje de esperanza anunciando a Jesucristo»

Entrevista a Antonio Arias Solís, desde el año 2010 hermano mayor de la Hermandad de la Divina Pastora de Cantillana.

el 21 abr 2014 / 22:30 h.

Antonio Arias Solís es desde 2010 hermano mayor de la Hermandad de la Divina Pastora de Almas de Cantillana. Antonio Arias Solís es desde 2010 hermano mayor de la Hermandad de la Divina Pastora de Almas de Cantillana. Casado y con dos hijos, Antonio Arias Solís es desde el año 2010 hermano mayor de la Hermandad de la Divina Pastora de Cantillana, y con entusiasmo anuncia su intención de presentarse a la reelección para continuar con esta función cuando dentro de dos años se llame a elecciones. Como lo hicieran sus antepasados a lo largo de tres siglos desde la fundación de la hermandad, en 1720 por parte de Fray Isidoro de Sevilla, este hijo y padre de cantillaneros mantiene hoy el compromiso de su familia desde dentro, y prepara el tercer centenario fundacional para 2020. Antonio Arias abre las puertas de una de las corporaciones religiosas con más solera de la provincia de Sevilla, la Hermandad de la Divina Pastora de Almas de Cantillana, para hablar del papel que han desempeñado y desempeñan hoy estas corporaciones de la Iglesia, y las formas en que esta hermandad, que en 2020 alcanzará los trescientos años desde su fundación, se ha manifestado en el día a día de los cantillaneros más allá de un festejo que moviliza a miles de devotos, el del 8 de septiembre, declarado de Interés Turístico en Andalucía. ¿Qué función estima que tiene como hermandad en el seno de la Iglesia? Las hermandades, por encima de todo, son parte de la Iglesia, y no podemos estar ajenos a sus necesidades. La Iglesia pide que, como verdaderos cristianos, vivamos nuestra fe a la luz del Evangelio, comprometidos con nuestras parroquias, dando testimonio de Jesucristo en todos los ámbitos de nuestra vida, trabajo, familia, etc., que seamos cristianos ejemplares. En definitiva, lo que nos pide Jesús en el Evangelio: que seamos luz del mundo y sal de la tierra. Solo de esta manera cobra sentido nuestro culto público a Dios y a su santa Madre, y todas nuestras actividades. Las hermandades nacen de una sociedad y de un momento determinado y van evolucionando con ella ¿Qué aporta la hermandad a la sociedad local en estos momentos? Sin duda, las hermandades evolucionan, aunque en esencia se conservan los ritos, las procesiones, la forma de montar los altares, las tradiciones y lo fundamental: la Fe y el amor a Dios y a su Madre, bendita Pastora de nuestras almas. Las necesidades actuales no son las que existían en el siglo XVIII cuando se funda nuestra hermandad. Nos ha tocado vivir unos tiempos difíciles para los cristianos, en una sociedad secularizada, que intenta quitarnos a Dios de nuestra vida cotidiana. Por ello, creo que debemos aportar a esta sociedad lo que nos pide el Papa, vivir nuestra Fe y transmitirla. De esto se trata, de evangelizar, que seamos verdaderos apóstoles en medio de una sociedad en la que no está de moda ser cristiano. Tenemos que dar un mensaje de esperanza, anunciando a Jesucristo con valentía y sin complejos, dando testimonio de nuestra Fe desde la hermandad. ¿De qué formas se hace presente la idea de hermandad en la vida de los cantillaneros? La hermandad yo la comparo con una gran familia. No podemos estar ajenos al dolor y al sufrimiento cuando lo padece uno de sus miembros. En estos tiempos difíciles de falta de trabajo, ahí tiene que estar la familia apoyando. En ese sentido, estamos trabajando en un proyecto común con las demás hermandades del pueblo, a través de una asociación de reciente creación en la que atendemos a familias necesitadas, suministrándoles alimentos, además de atender nuestra propia bolsa de caridad y colaborar con Cáritas parroquial. El Papa Francisco decía que la Iglesia necesita a pastores con olor a oveja, que estén en medio del rebaño ¿Cómo se puede extrapolar este mensaje a la acción que llevan a cabo? El Papa ha estado muy acertado con esa expresión, pastores con olor a oveja, en medio del rebaño, preocupándose por todos, dejando a las noventa y nueve para buscar la oveja pérdida. Pienso que ahí es donde debemos estar las hermandades, no ajenos a los problemas, buscando al necesitado, al pobre, al que sufre, al joven... llevando a la práctica el Evangelio: evangelizando. En el encuentro con las hermandades, que tuvo lugar en Roma, el Papa nos recordaba que «las hermandades han sido fragua de santidad de muchos que han vivido con sencillez una relación intensa con el Señor» y que «la piedad popular es una senda que lleva a lo esencial si se vive en la Iglesia en comunión profunda con nuestros pastores». Es notoria la rivalidad entre dos advocaciones marianas en un pueblo como Cantillana.Así consta desde hace siglos ¿Puede esta rivalidad entre dos advocaciones restar al sentido religioso de las hermandades y a la doctrina de la Virgen en el seno de la Iglesia? A esta pregunta voy a contestar con unas palabras del beato cardenal Spínola que, siendo arzobispo de Sevilla, nos honró con su visita el 8 de septiembre del año 1900 : «Yo no creo que esa rivalidad no sea una rivalidad santa, cuando lo que os disputáis es el amor a la Virgen... A todos les repito lo propio, amad a María. Todo está en Ella enlazado. Sin la Concepción no habría sido Madre de Dios, sin maternidad divina no habría subido al cielo para ser Reina Universal y sin su reinado no se concebiría su Pastorado». No se puede hablar de una rivalidad en lo esencial. Todos creemos lo mismo y perseguimos los mismos fines. El amor al prójimo y el respeto a todas las personas, aunque tengan opiniones diferentes a las nuestras, tienen que estar fuera de discusión. Podemos tener nuestros propios puntos de vista, nuestros gustos personales, nuestras devociones, y eso no va en contra de ningún principio evangélico. ¿Qué cree que ha hecho posible que se mantengan, con gran devoción y capacidad de movilización, a tantas sensibilidades y devociones en una localidad como Cantillana? Todo lo que tenemos se lo debemos sin duda a los que nos han precedido, a nuestros mayores y antepasados, que han sabido transmitirnos el amor a Dios y su Madre, en este caso como Divina Pastora, conservando tradiciones y costumbres de siglos. Esta fuerza de la familia es la que ha mantenido y tiene que mantener viva la devoción y la fe. ¿Qué hitos puede señalar que considera que no son, todavía hoy, muy conocidos en nuestra provincia del devenir histórico de la hermandad de la Divina Pastora? En casi tres siglos se han ido sucediendo acontecimientos que son los que la han hecho grande. Como la intercesión dispensada en la epidemia de fiebre amarilla del año 1800. Fue un hito para la historia de la hermandad la visita del beato Marcelo Spínola y su participación en las fiestas pastoreñas. El cardenal se hizo hermano y autorizó a la hermandad la construcción de un camarín y una capilla propia en la parroquia. La devoción hizo que se levantara en honor a la Divina Pastora una ermita con las aportaciones de los devotos. También destaca la imposición de la primera medalla de oro de Cantillana, que el Ayuntamiento concedió a nuestra titular.

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