Juan y Medio y el Cordobés.
Los toros y la televisión: un binomio que no siempre ha estado bien avenido y que permanece de rabiosa actualidad mientras se sigue especulando con la retransmisión de los festejos de una Feria de Abril que estrenará formato nuevo. Pero ayer se trataba de enfocar el tema desde otra óptica, sin perder de vista la actualidad de una Fiesta que vive su propia encrucijada. La propuesta de la fundación de Cajasol ponía sobre las tablas nuevas del antiguo Álvarez Quintero un torero al que le persigue el remoquete de mediático -el de Manuel Díaz El Cordobés- y a uno de los rostros más inconfundibles de la pequeña pantalla, el del versátil comunicador Juan y Medio.
Su particular vis a vis, conducido por el periodista José Enrique Moreno, implicaba el retorno de estos clásicos Mano a Mano que recuperaban su lugar dentro de la oferta lúdica y cultural de la ciudad. Se han hecho esperar casi tres años, sí, pero el público que llenó el salón Joaquín Turina del centro cultural Cajasol de la calle Laraña no salió defraudado y sintonizó con ambos protagonistas en cuanto se hicieron presentes en el patio de butacas. La empatía entre el torero y el presentador se hizo palpable desde el primer lance de un acto que no se podía entender sin un nexo común: la afición compartida por el mundo del toro."Al que no le gusten los toros que no vaya. Yo respeto la ópera pero no me gusta la ópera aunque parece que está de moda declararse antitaurino mientras hay gente que se está muriendo de hambre", señaló el torero colocando el dedo en la llaga de un tema candente. Manuel Díaz y Juan y Medio pusieron de manifiesto un don de gentes muy similar que les llevó al mismo terreno: la conexión con sus respectivos públicos. "A veces tenemos que olvidarnos de nuestros sentimientos, de nuestras preocupaciones pero tenemos que mostrarnos naturales y ser puros. Tenemos que saber reirnos con la gente. Que ellos lleguen a quererte es uno de los mejores premios que puede tener una persona que trabaja de cara al público", explicó el matador.
En esa línea, Juan y Medio alabó la particular puesta en escena del torero explicando que "esa naturalidad le impide salir a engañar a la plaza; no puede defraudar y la gente le quiere, aprecia que ha salido al ruedo a agradarles"."Cuando yo disfruto es cuando pego un ranazo y le agarro a un toro los pitones", se sinceró el lidiador recalcando que el toreo, sea como sea, "es una lucha, un momento mágico que no se puede asemejar a nada, que te libera y te hace conectar con tu ser profundo, con tu alma... éso es lo que te engancha de verdad y te abstrae del mundo". El presentador recogió el guante y puso un punto de equilibrio: "Me incomoda un poco que el antitaurino crea que los aficionados son gente insensible. Comprendo que el argumento del sufrimiento como soporte del divertimento de otros tiene peso pero ahora estamos en una especie de corriente política, y aunque es legítimo que el antitaurino exprese su incomodidad con el sufrimiento del animal, no podemos humanizar su comportamiento", señaló Juan y Medio aludiendo a "tantos y tantos seres vivos que padecen sufrimiento y no merecen ni un artículo".
"La televisión tiene que mostrar lo que supone la fiesta española", declaró Juan y Medio. "Es que al torero se le ha quitado importancia y no puede competir con otras actividades", contestó El Cordobés reconociendo que la Fiesta empieza a ser una afición de minorías. "Los chavales creen que esto es de gente antigua pero el mundo del toro sigue teniendo cabida en el mundo de hoy. La televisión sería ésa ventana que necesita".