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“Tenemos una buena formación que en Holanda no mucha gente tiene”

María José y María Teresa, mellizas de Paradas, tienen dos años de contrato. La oferta, para geriátricos, les exigía aprobar un curso intensivo de holandés.

el 07 jul 2013 / 00:00 h.

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Un total de 2.476 kilómetros es la distancia que han tenido que recorrer las hermanas María Teresa y María José Marín, mellizas, desde su Paradas natal hasta su primer destino laboral, nada más y nada menos que la localidad holandesa de La Haya. A sus 23 años, y con el título de enfermeras por la Universidad de Sevilla bajo el brazo, veían cómo los estudios que con tanto esfuerzo les pagaron sus padres no les abrían las puertas del mercado  laboral no ya en su provincia sino en su país. Y sin decirle nada ni a sus padres ni a sus otros seis hermanos –son las pequeñas, con bastante diferencia, de ocho– echaron la solicitud y las cogieron para un contrato de dos años en una residencia de ancianos de La Haya. Eso sí, era requisito indispensable saber holandés y desde septiembre han estado estudiando el idioma. El pasado 4 de junio partieron, junto a una decena de compañeros, rumbo a Holanda.

emigracion-enfermeros-02Desde entonces “estamos guasapeando todo el día”, relata una de sus hermanas mayores, María Eugenia. Y sus padres, José Manuel y Nati, están deseando que pase por casa cualquiera de sus hijos para que les pongan el ordenador y poder hablar con ellas por skype. “Ellos no entienden pero mi madre dice que se va a poner las pilas”, relata María Eugenia. Son las chicas y las únicas que residen fuera de Paradas pero su ejemplo puede ser seguido por algún otro porque “aquí la cosa está regular”.

Desde la distancia, María José y María Teresa, “aunque parezca mentira”, no coinciden mucho porque trabajan en turnos distintos. Se alojan con el resto del grupo en uno de los geriátricos que demandaban enfermeros españoles, pero ellas trabajan en otra residencia de la misma ciudad.

Se enteraron de la oferta por unos compañeros de carrera. Habían acabado hace dos años y no les habían llamado nunca para trabajar. Así que “casi ni lo dudamos aunque al mismo tiempo lo pensamos mucho”. La oferta incluía un curso “gratis” intensivo de holandés durante ocho meses. Si aprobaban, lograban un contrato por dos años pero si suspendían, “la multa era bastanta grande”. No todos lo consiguieron pero en su caso el esfuerzo tuvo su recompensa. “Si hubiera estudiado así en la carrera, hubiera sacado todo matrícula de honor”, admite María José, para quien no solo es su primera experiencia laboral sino también su primera salida al extranjero “salvo hace tiempo que estuve 15 días para aprender inglés”. En el caso de María Teresa, sin embargo, el año pasado estuvo tres meses y medio de prácticas en Francia con una beca Leonardo. Barajó quedarse allí a buscar trabajo pero la idea de irse juntas a Holanda les pareció atractiva.

Reconocen estar contentas por tener trabajo, un sueldo y la posibilidad de una vida independiente que el mercado laboral español no ofrece actualmente. El primer mes era “de prueba” y apenas han cobrado 300 euros con alojamiento y comida gratis, pero a partir del segundo su sueldo bruto ronda los 1.800 euros. “Digamos que no es un gran sueldo pero nos da para lo que queremos aún viviendo en una ciudad cara como La Haya”.

De momento viven en la residencia y reconocen que “pensábamos que iba a ser peor” pero se sienten “como en casa”. Tienen habitación propia y comparten espacios comunes con el resto pero “no nos ponen pegas en nada”. “Es divertido que vivamos todos en la misma residencia a pesar de que haya ancianos. No hay ningún momento en el que nos sintamos solos, nuestra habitación por ejemplo, que es doble, siempre está llena de gente. Me encanta salir del trabajo cansada y con ganas de acostarme, pero llegar a casa y saber que me voy a pegar unas risas con el resto”, relata María José. No obstante, piensan buscar un piso independiente cuando ahorren un poco. “Queremos que sea en septiembre como mucho”, dicen.

En cuanto a sus labores, reconocen que realizan tareas que en España corresponden más a las de los auxiliares. “Los niveles de enfermería son diferentes a los de allí... según tengo entendido pasa lo mismo en Alemania, Inglaterra...Pero aquí está muy bien vista la enfermería de España, tenemos una buena formación que no mucha gente aquí la tiene. Aquí falta personal, cosa que en España por desgracia casi que sobra”, relatan. Por eso, aunque echan de menos su casa, no descartan quedarse más de los dos años iniciales. “Si pasados los dos años todo va bien aquí y la situación en España sigue igual... ¿quién sabe? Echamos de menos a la familia, los amigos y el buen tiempo, pero en grupo todo es más fácil”, concluyen con una ilusión que dos años en paro recién tituladas les arrebató en su país.

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