Marco, con su hija Ainhoa, que fue atropellada cuando estaba con sus tíos en el Charco de la Pava. / J.M.PaisanoCuando el 25 de septiembre de 2011 Marco Martínez vio a su hija Ainhoa en la UCI del Hospital Macarena como una momia y los médicos le dijeron que las primeras 72 horas eran cruciales pidió dos cosas a Dios: Que me la salvara y verle la cara a quien le había hecho tanto daño . La primera, afortunadamente, le fue concedida y hoy, Ainhoa, hace una vida normal salvo una pequeña cojera que le impide correr y saltar como sus compañeros de instituto y unas marcas y cicatrices en las piernas que al principio le hacían avergonzarse al ir a la playa o piscina. La segunda tuvo durante dos años a la familia en vilo, ya que el acusado del atropello a la pequeña en el mercadillo del Charco de la Pava, R.B., no solo pasó dos veces por encima de ella sino que se dio a la fuga y estuvo dos años en busca y captura hasta que fue localizado el pasado agosto. A la espera del juicio –la familia pide nueve años y medio de cárcel y la Fiscalía tres años y once meses– Marco cree que va a descansar cuando vea una cara que mi hija tiene grabada y no se le va a olvidar en la vida .Mientras R.B. seguía en paradero desconocido y Marco se enfadaba con su abogado y la Policía porque no entendía cómo a mí me paran en cualquier control de tráfico y nadie veía a este hombre en ningún sitio con una orden de búsqueda internacional , Ainhoa pasaba 26 días hospitalizada y otros 530 entre operaciones y tratamientos para reparar las fracturas de un pie, dos femur, dos caderas, siete costillas, la perforación de un pulmón y hematomas en la cabeza; más de un año de rehabilitación y de dependencia de muletas y sujeciones para andar como un robot . Yo la veía y pensaba ¿pero por qué tiene que estar así la cría?, ¿ella ha hecho algo , relata Marco. Por ello cuando hace unos meses le comunicaron la localización del presunto autor del atropello sintió mucha emoción, me puse a llorar como un loco . Siente la necesidad de ver la cara a quien, tras una pelea con unos vendedores ambulantes del mercadillo, cogió el coche diciendo que iba a matar a alguien , embistió varios puestos, maniobró bruscamente dando marcha atrás y atropelló a la pequeña aunque no sé cómo no mató a más gente . No voy a hacerle nada pero necesito verle la cara, tengo eso guardado , explica el padre de la víctima quien, reconoce, que si hubiera estado presente cuando sucedieron los hechos no sé lo que habría pasado, el cristal del coche se lo parto y seguramente me voy a por él .En el escrito de acusación, su abogado José Ignacio Francés, atribuye a R.B. –de nacionalidad rumana– cinco delitos:conducción temeraria, sin licencia, lesiones, daños y omisión del deber de socorro. Por todo ello reclaman nueve años y medio de cárcel, 3.000 euros de multa y 104.159,29 euros que no pido para no volver a trabajar en mi vida sino para que mi hija, cuando sea algo más mayor, se haga la cirugía estética que quiere en las piernas . Las operaciones le han dejado cicatrices, las quemaduras por el roce con el asfalto manchas y los aparatos que durante meses tuvo que llevar para sostener las piernas marcas de los anclajes. Al principio le costó ir a la playa o la piscina porque la gente miraba, ahora ya menos , relata.Ainhoa es hoy, a sus 13 años –tenía 11 cuando el atropello– una adolescente con una vida más o menos normal . Pero su padre destaca que lo que ha sufrido la ha hecho madurar a mil . Tiene mucho carácter pero después es muy buena. La vida le ha dado un mal trago y si es un poco rebelde también hay que entenderla , cuenta Marco sin esconder el orgullo por su hija mayor y tras recordar que también la pequeña, que tenía 8 años, ha sufrido ya que durante meses su madre y yo vivíamos prácticamente en el hospital . Ahora está fuerte y dispuesta a declarar en el juicio. Ella también quiere verle la cara . Una cara que, no obstante, la niña sí recuerda con claridad.Solo ante los argumentos de la defensa, que alega que R.B. desconocía los hechos, que su ausencia se debió a que viajó a Rumanía a por mercancía para vender en el mercadillo aunque nunca volvió y que hoy cuenta con una vida normalizada y tiene un hijo , Marco se indigna: ¿Y qué? Pues que su hijo vaya a verle a la cárcel. Después de lo que ha hecho ¿qué pretende, estar en libertad? .