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Teoría: que cada uno cumpla con su deber

La sensación es demoledora tras la segunda paliza sufrida a pies del Elche, pero, con las cuentas en la mano, el ascenso del Betis aún sigue siendo perfectamente posible.

el 24 abr 2010 / 21:16 h.

Algunas aficionadas llegaron con su traje de flamenca.

Se diga lo que se diga, el Betis aún tiene aspiraciones objetivas de ascender. Escribir esto tras la horrible tarde de ayer en Heliópolis, puede resultar hasta ridículo. No lo es tanto, si se recuerda la situación del equipo hacia el final de la primera vuelta.  

Y, por cierto, la situación es magnífica considerando la temporadita que llevan unos y otros: unos, los que (no) planifican o se recluyen en sus palacios de invierno y de El Fontanal. Otros, los que tenían que jugar y jugaron muy poco hasta enero.

Y otros más, aquéllos cuyo gran objetivo pasa por judicializar, cueste lo que cueste, la vida de la sociedad anónima deportiva que el mundo, el demonio y la carne conocen como Real Betis Balompié.

En esa deriva de tempestades navega como puede y hacia donde puede, la barquita verdiblanca que Víctor Fernández Braulio intenta patronear hacia ese ascenso inexplicable: porque inexplicable sería, en caso de conseguirse.

Si al menos, el barco fuera como el ‘Victory' en Trafalgar, si fuera el buque insignia de la flota inglesa, rodeado por la flor y nata de la Royal Navy, y recién carenado, pues... aún cabría esperar remedios, soluciones, socorro.

Pero no: el equipo del Betis, en esta travesía amarga y tormentosa, está abandonado a su suerte, y, para cumplir con su deber, como pedía el Almirante Nelson, sólo puede... rezar lo que sepa.

Que cada uno cumpla con su deber: en este país, en este caso, en este equipo, en este ambiente de locura y en esta sociedad anónima deportiva, resulta casi misión imposible. Pero gana quien resiste. La vida es levantarse y caer, caer y levantarse, pregonaba Mao Zedong, el Gran Timonel de China.

Pero al Betis de Víctor Fernández, su equipo, sus jugadores, sólo les queda cumplir con su deber, por enloquecido y absurdo que suene. Después ya habría tiempo de judicializar, culpar e imputar a Lopera. Pero todo esto, con el Betis en Segunda y sumido en una de las crisis más graves de su historia: naturalmente.

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