Solazándome en El Puerto, y con cierta nostalgia de nuestra Semana Grande (hay quién prefiere playa y tranquilidad a urbe y bulla), devanean consciente e inconsciente entre las previsiones meteorológicas y el fútbol, concretamente en lo que califiqué como "momentos champions", instantes en los partidos que deciden las eliminatorias, y que, desgraciadamente, el Sevilla no ha sabido jugar. Quedan 30 puntos en juego, y aventuré, faltando 14 jornadas, y con 36 puntos, que con 30 más (66), el Sevilla entraría en Liga de Campeones. Diez partidos restan, y van ya tres victorias. Quedan siete. Atlético de Madrid, Sevilla y Español parece que pugnarán por esa 4º plaza. Los de Nervión vuelven a estar en la pomada, y ahora, sí o sí, tienen que saber moverse en este territorio, y gestionar los momentos clave.
El del sábado, sin duda, es uno de ellos. Siendo el 2º máximo goleador en casa y el 3er mejor equipo en su campo, siendo Luis Fabiano el pichichi en los encuentros locales, sin otra competición que les distraiga y, sobre todo, con la inexperiencia y tibieza de sus rivales (El Español nunca ha optado a jugar la Liga de Campeones, y el Atlético de Madrid la jugó el siglo pasado y, en las últimas cinco temporadas, siempre ha acabado bajando al menos un puesto del que tenía en la jornada 28), el Sevilla no puede dejar escapar la oportunidad.
Es el momento de echar el resto, de sacar el instinto asesino. La victoria el domingo garantiza el 4º puesto, y el 4º en esa jornada ha entrado en la máxima competición más del 70% de las veces. Ya no hay excusas. El entorno sevillista sólo empuja en una dirección: Territorio Champions. Lo ha hecho suyo y quieren vivir ahí. Cada uno que ayude como pueda.
