Habitualmente se afirma que las citas electorales son la fiesta de la democracia. Convendría añadir que los congresos de los partidos políticos también deberían serlo. Su papel en el funcionamiento y mejora del sistema democrático es incuestionable: debatir, proponer y seleccionar a las personas que mejor pueden dirigir los destinos de las organizaciones políticas convierte a los congresos de los partidos en procesos de debate que es imprescindible seguir y analizar.
Por eso, ahora que de nuevo se habla de ellos es el momento para estar atentos a qué se propone (contenidos), quién propone (liderazgo) y cómo propone (instrumentos). No se trata ni de opinar por opinar ni de reivindicar el derecho a opinar, tampoco de pensar en intereses particulares; se trata de trasladar ideas que reflejen el sentir y las necesidades ciudadanas y las propuestas para atenderlas y, de ese modo, mejorar la acción de gobierno. A nadie se le escapa que la desafección política de la ciudadanía es más hacia los partidos políticos que hacia las instituciones, de ahí la oportunidad que pueden suponer estos congresos para dar credibilidad y convencer a todos los que, más o menos de acuerdo, acudimos periódicamente a las citas electorales. Honradez, cercanía, visión de futuro, capacidad,? son las piezas del equipaje que debe acompañar a quien quiera dar el paso adelante por el bien de su organización política? y de la ciudadanía. Esos atributos le permitirán huir de la fascinación mediática que entontece o de la presión interesada que llega a convertir la actividad política en falsa, porque el desafío no es conseguir el poder, sino darle sentido a su uso, de ahí que la tarea que se afronta debe arrancar del compromiso ciudadano con la mejora del gobierno de los asuntos públicos.
Director del Centro de Estudios Andaluces
