Cultura

Toda ella es flamenca

Pasión, sensualidad, desgarro y lirismo. Son algunos de los ingredientes de la receta del flamenco que Ariadna reproduce con su piano con absoluta soltura, tanto componiendo como interpretando.

el 29 sep 2014 / 22:52 h.

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Lugar: Espacio Santa Clara Dormitorio Alto, 29 de septiembre **** Obra: En Concierto Piano: Ariadna Castellanos Percusión: Anné Carrasco Contrabajo: Juanmi Guzmán Artista invitado: Jesús Méndez Aforo: Lleno Ariadna Castellanos en plena actuación ayer en Santa Clara. / Foto: Antonio Acedo Ariadna Castellanos en plena actuación ayer en Santa Clara. / Foto: Antonio Acedo Viéndola actuar lo primero que llama la atención es que toca con todo el cuerpo. Como si de una cantaora se tratara se encoge y retuerce sus facciones cuando los acordes recorren la senda de las emociones más profundas. Entonces su cabeza baja casi hasta rozar las teclas y sus manos se escapan del teclado para golpear la madera con un gesto impulsivo, aunque siempre a compás, como si de una guitarrista se tratara. Y es que esta jovencísima pianista incide más el ritmo que en la melodía. Eso le permite acompañar deliciosamente al cante, como hizo con Jesús Méndez tras los dos primeros temas en solitario: una taranta dedicada a Morente y las bulerías con las que invocó a Paco de Lucía. A su término el cantaor irrumpió cantando por el pasillo del Dormitorio Alto y nos trajo a la memoria el eco de una de las mejores cantaoras de Jerez: La Paquera. Ariadna acompañó a Jesús dándole las notas justas para enriquecer el cante, permitiéndole que modulara como él sabe hacerlo, despacito y por abajo, sin grandes alardes de potencia, pero con sumo gusto. A partir de ahí el público se rindió por completo a la pianista, quien todavía nos tenía preparados varias joyitas, como la rondeña que dedicó a su productor, o esa especie de rumba con aires de jazzísticos que interpretó junto a la percusión de Anné Carrasco y el contrabajo de Juanmi Guzmán. Con ellos tocó también unos tangos repletos de frescura y desplante. Y para terminar, con envidiable humildad y generosidad, no dudó en volver a ponerse al servicio del cante para brindarnos un magnífico fin de fiestas por bulerías que puso al público en pie.

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