Cultura

Todo el toreo permanece bajo el efecto Manzanares

El revelador trasteo del alicantino partió en dos un ciclo en el que también brilló el mejor Juli.

el 10 may 2011 / 20:07 h.

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El revelador trasteo de José María Manzanares ya está en los anales del toreo.

Fue la faena del año , también de muchos años. Un suceso que trascendió de los propios límites del mundillo taurino y superó con creces la mínima polémica suscitada por los que consideraron que el toro que sirvió para cincelar la obra, Arrojado, no merecía el indulto. Era lo de menos. Las cotas estéticas, el temple deslizante y el sentido musical logrados por Manzanares fueron el techo artístico de una Feria que se partió en dos después de aquella tormenta del 30 de abril que el propio diestro alicantino remachó cuajando al sexto e imponiéndose el 6 de mayo a su lote de jandillas en un estado de plena comunión con la plaza.


La conmoción que siguió al triunfo manzanarista consiguió eclipsar las cinco orejas cortadas por El Juli, que había abierto la Puerta del Príncipe sólo un día antes que el alicantino después de inaugurar el abono con el doble trofeo lucrado en la tarde del Domingo de Resurrección. Y aunque el madrileño se ha quedado fuera de los premios es por derecho propio el otro pilar indiscutible de un ciclo en la que muy pocos toreros lograron dar un paso al frente.

Es el caso de Morante, que ha logrado salvar los muebles gracias a un quite allí y otro aquí que no le impiden salir de puntillas de una Feria en la que era base preliminar. El Cid también sale tocado en la línea de flotación a pesar de haber sorteado dos o tres toros para haber salido con laureles. Parece que los fantasmas de 2010 siguen rondando.


No fue así con otro diestro sevillano que asumía sus compromisos maestrantes desde un planteamiento más discreto pero con afán de pronunciamiento: Daniel Luque, con dos toros que no se prestaron, demostró que quiere, puede y sabe. Cuidado con él. Menos suerte tuvo el extremeño Miguel Ángel Perera, que no pudo rentabilizar sus sinceros esfuerzos con toros a contraestilo. Dando una de cal y otra de arena, Cayetano se redimió en parte con una faenita que enseñó sus mejores registros y Rafaelillo, con la miurada, mostró dientes de torero batallador con sitio en las ferias .

Unas ferias en las que también se podría colar Esaú Fernández, que tomó la alternativa con solvencia y éxito junto a dos figuras a las que dio un repaso fresco y desacomplejado. Apuntó sin llegar a disparar el camero Oliva Soto y Salvador Cortés, que instrumentó los mejores naturales de la feria a un boyante victorino, tampoco logró la redondez. Se reconoció el esfuerzo de otro sevillano, Antonio Barrera, con los pésimos toros de Dolores Aguirre y pasaron de puntillas Talavante, sin toros a favor, y Castella, algo por bajo de un jandilla con posibilidades.


Poco más hay que añadir a una feria en la que Curro Díaz -con una grave cornada y fractura de peroné- sorteó la peor parte. Lo demás no pasara a la historia y de algunos es mejor ni hablar. Si se hace necesaria una observación final: el tremendo bajón de público en la mayoría de las tardes certifica los efectos de la crisis e implica un llamamiento a la calidad del espectáculo. No queda otra.

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