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Todo lo que toca Pep, lo convierte en Copa

El técnico azulgrana ha conquistado las seis finales que ha disputado en su carrera, todas en los dos últimos años, mientras José Mourinho ha ganado doce de las diecisiete disputadas.

el 18 abr 2011 / 21:05 h.

Los jugadores mantean a Guardiola tras ganar la final de la Champions 2009.

Alcanzado el fin de trayecto Pep Guardiola nunca falló como entrenador; en su expediente figuran seis triunfos en otras tantas finales, aunque en la próxima, en la Copa del Rey, por primera vez se enfrente con José Mourinho (diecisiete finales, cinco fracasos).

La Copa alumbra la primera final Pep-Mou, dos de los mejores estrategas del fútbol europeo.

Guardiola ganó todas en dos años, y acumula seis finales siempre al mando del equipo barcelonista. La Copa del Rey y la Liga de Campeones en apenas dos semanas, en mayo de 2009, abrieron el expediente inmaculado del preparador del Barça.

En la siguiente final, Guardiola volvió a derrotar en un doble partido al Athletic Club en la Supercopa de España. Una nueva final, días después en Mónaco, proclamó al Barça campeón de la Supercopa de Europa contra el Shakhtar. La última final que jugó el Barça aquel triunfal 2009 fue en el Mundial de Clubes, que volvió a ganar, esta vez contra el Estudiantes argentino.

La última final que ha jugado el Barça de Guardiola fue en esta temporada, en el doble partido de la Supercopa de España, al derrotar al Sevilla.

El currículo de Mourinho es más extenso que el de Guardiola. El técnico portugués perdió su última final en agosto de 2009, en la Supercopa italiana disputada en Pekín entre su equipo, el Inter de Milán, y la Lazio.

Mou vivió diecisiete finales con tres equipos distintos (Oporto, Chelsea e Inter de Milán). Con el Oporto, perdió dos, ante Benfica y Milán; sufrió dos derrotas más con el Chelsea (Liverpool y Manchester United) y una última con el Inter de Milán (Lazio).

Con el Real Madrid jugará su decimoctavo fin de trayecto y cumplirá once años desde que conquistase su primera final desde el banquillo del Oporto: el 21 de mayo de 2003 el Oporto ganó al Celtic de Glasgow la Copa de la UEFA (3-2), en una final que se celebró en el Estadio de La Cartuja de Sevilla.

DOS ESTILOS

La final de Copa del Rey que acoge Mestalla enfrenta dos caminos antagónicos con un mismo fin. Dos formas radicalmente distintas de saborear la victoria. Guardiola y Mourinho. El virtuosismo del fútbol contra la eficacia. Dos estilos de juego enfrentados por un título.

Degusta el aficionado azulgrana en su paladar el fútbol más brillante del planeta. Un equipo que ya es historia cuyo hambre de éxito no se rebaja con los años.

Guardiola, que se calificaba técnico de proyectos cortos, explota la cara dulce del fútbol. Y eso no tiene fecha de caducidad. Es el barítono de una sinfonía armónica. Lidera un equipo que ondea la bandera del toque y el espectáculo. Un equipo que nace en la presión, que vive acariciando la pelota. Un 4-3-3 con presión asfixiante, paredes interminables y toque instalados siempre en terreno del rival.

Ante el apogeo del Barcelona irrumpió en el escenario una figura que genera nerviosismo en la Ciudad Condal. El único que fue capaz de frenar al conjunto azulgrana e impedir su hegemonía en Europa. Un técnico que llegó a la casa blanca como el salvador, que acapara todo el protagonismo e impone su mando.

Es José Mourinho, el técnico asociado con el éxito en cada capítulo de su carrera en los banquillos, que saca máximo provecho de plantillas que se entregan a su figura. Una demoledora eficacia.Ante la imposibilidad de pelear de tú a tú con la calidad del Barcelona, ha trasladado la fórmula que le llevó a tumbarle en la Liga de Campeones con el Inter.

Un estilo que lejos de provocar la queja del sabio aficionado del Santiago Bernabéu, ha tenido una buena acogida.Pese a mostrar que su estilo va en función del perfil de jugadores del que dispone y que en gran parte de la temporada ha enterrado su fama de técnico defensivo, el 5-0 encajado en el Camp Nou le ha conducido a un trivote en el centro del campo para reducir espacios y frenar el fútbol del Barça. Pepe, Khedira y Xabi Alonso, con la variante de Diarra, son puro músculo.

Ha pasado de un plumazo de un ofensivo 4-2-3-1, en el que juntaba la calidad de Ronaldo, Özil o Di María, a un 4-5-1, con todo su equipo por detrás de un esférico que entrega al rival para buscar la velocidad del contraataque y un fútbol vertical, eléctrico, de poca elaboración pero con pegada.

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