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Todo sigue igual en el Congreso

Zapatero pide propuestas al PP y Rajoy avisa al PSOE que no cambie votos por transferencias.

el 08 sep 2010 / 20:10 h.

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El líder del PP, Mariano Rajoy (de espaldas), se dirige al presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, ayer en el Congreso.

El tiempo de verano parece no haber pasado para el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, quien al volver a una sesión de control del Congreso de los Diputados se encontró con un Mariano Rajoy que le reprochó casi las mismas cosas que le echaba en cara allá por el mes de julio.


"Señor Rajoy, ha vuelto exactamente igual que se fue de vacaciones, y me parecía que sus palabras, e incluso alguna de sus frases, eran las mismas exactas de las que formulaba en el Debate del Estado de la Nación", le espetó Zapatero en el primer pleno de control que la Cámara Baja celebra en el nuevo curso político.
Eso sí, el jefe del Ejecutivo le admitió "coherencia", por repetir ideas ya conocidas, pero echó en falta más imaginación y propuestas en el jefe de la oposición.


Y todo ello porque desde el escaño de enfrente Rajoy le reprobó el "despropósito" de su política económica, y le afeó que haya pasado "de no hacer nada a hacer una cosa, a hacer la contraria y luego la contraria de la contraria", amén de cambiar de opinión "un sinfín de veces" y de militar en la improvisación. Además, y como muestra de que su grupo sí presenta iniciativas, el líder de la oposición le emplazó al debate de hoy sobre la reforma laboral para que apoye las 70 enmiendas que su grupo presentó y el PSOE no aceptó y a que lleve a cabo la proposición del PP aprobada el martes en la que se pide que las pymes y los autónomos puedan aplazar el pago de impuestos para compensar la morosidad de las administraciones públicas.


Zapatero, que parecía traer los deberes bien preparados, argumentó la utilidad del plan de austeridad para bajar el déficit y explicó las cifras de reducción del gasto que llevarán los presupuestos, para terminar pidiéndole a Rajoy una actitud constructiva, o sea, lo mismo que le requería antes de vacaciones estivales.
"Yo estoy igual que antes del verano porque el paro ha aumentado y porque el crecimiento económico de España sigue disminuyendo", se defendió el dirigente del PP ante la excitación de la bancada popular.


Pero sí han ocurrido cosas en agosto, entre ellas los primeros pasos del Ejecutivo para negociar los Presupuestos Generales de Estado (PGE) para 2011, ardua tarea en la que el PNV "tiene bastante que decir", según reconoció en el hemiciclo el propio presidente al contestar al portavoz de este grupo, Josu Erkoreka.
las líneas rojas. Zapatero también aseguró que los Presupuestos responderán a la estrategia Europa 2020 definida por la UE y que coincide con las reformas puestas en marcha por el Gobierno para cambiar el modelo productivo, hacerlo más competitivo, innovador y mejorar la educación, especialmente en el ámbito de la Formación Profesional y el grado medio. Además, subrayó que las cuentas prevén una reducción del gasto del 7,7%.


Atento a la alta consideración que da a los nacionalistas vascos, Rajoy, por si acaso, advirtió al jefe del Gobierno que no "haga daño" en el debate presupuestario "cambiando votos para mantenerse por unas transferencias". Y es que el traspaso al País Vasco de las políticas activas de empleo supone, hoy por hoy, la clave que definirá el resultado de las conversaciones con el PNV.


Por lo demás, la ausencia en el banco azul del ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, que dejará el Gobierno tras la huelga general para competir junto al presidente de la Generalitat, José Montilla, en las elecciones catalanas, no pasó inadvertida para el PP, como tampoco el semblante, siempre sonriente, de la ministra de Sanidad, Trinidad Jiménez. Ambos fueron objeto de mención por parte de Rajoy; también los citó la portavoz parlamentaria de su grupo, Soraya Sáenz de Santamaría, que se volvió a enfrentar en el pleno con la vicepresidenta primera, María Teresa Fernández de la Vega.


Al contrario que a Zapatero, Sáenz de Santamaría sí ha visto pasar el tiempo durante el estío, y no precisamente a beneficio del Ejecutivo: a De la Vega le anunció que al Gobierno su tiempo se le acaba tras "liquidar" el discurso social de los socialistas.


Mientras la vicepresidenta volvía a recriminar al PP su "ansia de poder", Sáenz de Santamaría aludía al "cesante" ministro Corbacho. Y hasta tuvo tiempo para un "cariñoso" recuerdo a Jiménez, porque mientras apuntaba que la ministra "andaba de primarias" en Madrid, constató que no estaba sentada en su escaño, sino de pie, en animada conversación con José Blanco. Entre un murmullo generalizado, ambos dejaron de hablar y Jiménez volvió a su sitio, sin perder la sonrisa pero haciendo gestos de protesta.

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