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Todo un punto

España podía ganar o no la Copa Davis, pero lo importante es que otro grupo de deportistas ha convencido con su motivación a muchos españoles, sean o no seguidores habituales del deporte de la raqueta. Una vez más, como ya he dicho anteriormente en esta columna...

el 15 sep 2009 / 18:48 h.

España podía ganar o no la Copa Davis, pero lo importante es que otro grupo de deportistas ha convencido con su motivación a muchos españoles, sean o no seguidores habituales del deporte de la raqueta. Una vez más, como ya he dicho anteriormente en esta columna, es desde el deporte de dónde llegan los mensajes más educativos sobre el esfuerzo, el compañerismo y la satisfacción que deja la lucha y la entrega, más allá de cual sea el resultado final.

Los datos oficiales en nuestro país sobre el fracaso escolar, abandono, mala calidad educativa y deficiente competitividad son alarmantes. Lo cierto es que una vez conseguido el objetivo de la "cantidad", es decir la universalidad en el derecho a la formación, es imprescindible ganar el reto de la calidad. Y no será fácil porque nuestras escuelas deben afrontar un mundo cambiante, con reto tecnológico, multiculturalidad, familias desarraigadas y recursos escasos.

Con todo, si los partidos mayoritarios son sinceros y esta es una de sus prioridades, aunque no haya rentabilidad inmediata, deben ponerse a trabajar de forma conjunta, porque eso les beneficiará a todos a largo plazo. La ignorancia alimenta extremismos y fundamentalismos y el fracaso será conjunto.

Los chicos de la Davis son privilegiados, atletas de lujo pero, como antes a otros, se les nota la cultura del esfuerzo. El público argentino detectó cierta debilidad en Verdasco, en el partido de dobles, e intento "machacarle" con cánticos sobre su supuesto miedo. El otro componente de la pareja española, Feliciano López, parecía intocable tras dar la vuelta a la eliminatoria ganando un punto casi imposible el día anterior. Fueron a por el que consideraban más débil, aprovechando un error en su juego, y hubiera sido humano que el tenista se diera por vencido, pero no lo hizo.

Se juntaron autoestima, respaldo, juego en equipo y trabajo, todo un punto. De este modo, sin Nadal, su espíritu ha estado en esta eliminatoria, el de la sencillez, el esfuerzo y el orgullo por competir, sobre todo contra uno mismo. Y así aprender, es decir ganar, independientemente de lo que diga el marcador.

Periodista

opinion@correoandalucia.es

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