Rezos ante el monolito con la imagen del Inmaculado Corazón de María en la zona del eucaliptal del Parque del Tamarguillo. / Fotos: Hermandad Inmaculado Corazón
El barrio de Torreblanca afronta su semana de romería. Fiel a su cita de cada último domingo de septiembre, los vecinos seguirán los pasos de la carreta del Inmaculado Corazón de María para vivir una jornada de convivencia en la zona conocida como el eucaliptal del Parque del Tamarguillo, en Alcosa. Esta romería, la única que se celebra en la capital, se remonta a 1958. Seis años antes de que la autoridad eclesiástica aprobara la hermandad del Inmaculado Corazón de María, ya se organizaba esta cita en torno al primitivo Simpecado atribuido a Carrasquilla. Las primeras ediciones consiguieron captar el interés del barrio, que se identificó plenamente con esta devoción nacida de la vida parroquial de la Comunidad de los Jesuitas, actuales responsables de este templo de Torreblanca.
La jornada en la plaza Corazón de María comienza bien temprano. Los primeros cohetes rasgan el cielo al alba. A las 7.30 horas, la hermandad que dirige Manuel Falcón Jiménez organiza la tradicional misa de romeros en la explanada del templo. Allí, el Simpecado, de 1991, recibe los primeros rezos en una emotiva celebración que estará amenizada por el coro de la corporación. Como viene siendo habitual desde 1978, los romeros se encaminan tras la carreta tirada por bueyes al Tamarguillo. Partirán a las 9.00 horas. 
Numerosos vecinos acompañan a la carreta del Simpecado.
La colorida comitiva la conforman, además de la ya citada carreta del Simpecado, varias carrozas de papel, carretas de yuntas de bueyes y los antiguos carros de la romería. Antes de alcanzar el destino, los casi 3.000 peregrinos tienen una primera parada en la zona de pinares que se extiende entre Torreblanca y Sevilla Este. La otra visita ineludible es al convento de las Hermanas de la Cruz y a la vecina parroquia de San Antonio de Padua, donde reside la otra hermandad del barrio, los Dolores, que sale el Sábado de Pasión.
Entre sevillanas, bailes y buena ambiente, la romería llegará al terreno del eucaliptal a las 14.00 horas. Una vez allí, las primeras miradas se dirigirán al monolito con el azulejo de la Virgen que desde 2011 recuerda la cesión del suelo a la hermandad por el Ayuntamiento de Sevilla. Los más antiguos recuerdan con cariño las primeras romerías al Cortijo de Guzmán, aunque, pese al cambio de ubicación, insisten en que el formato siempre se ha mantenido igual.
Y es que el Inmaculado Corazón de María es la primera devoción del barrio, porque fue ésta la primera parroquia que se levantó. Luego vino la de San Antonio, en Torreblanca la nueva, explica Jesús Roldán, miembro de la actual junta de gobierno. Roldán señala que este día de convivencia se vive en todo el barrio, tanto por el que va al campo, como por el que se queda. Los más jóvenes, por su parte, resucitan una antigua tradición, al hacerse cargo del exorno de algunas calles principales.
La vuelta de la romería tiene también su singularidad, como la parada ante las Hermanas de Cristo Rey, camareras de honor de la Virgen tras levantar campo a las 18.00 horas. La carreta de madera con el Simpecado del Inmaculado Corazón de María entrará en el barrio arropada por sus vecinos y a los sones del tamborilero. Tras un breve paseo, el retorno al templo se producirá al filo de las once de la noche. Será el punto y final a una semana de fiesta en la que no falta el recuerdo a las familias del barrio que lo están pasando mal por la crisis. En este sentido, la hermandad ha dispuesto un acto solidario en la víspera de la romería. El sábado por la tarde tendrá lugar la ofrenda floral, previa al rosario, en la que también se recogerán alimentos no perecederos para Cáritas Parroquial. El año pasado se reunió un total de 200 kilos. Asimismo, desde el miércoles se celebrará el triduo de la romería ante la imagen del Inmaculado Corazón de María que preside el altar mayor del templo y que desde 2006 viene saliendo en procesión en el mes de junio, el fin de semana más próximo a su onomástica.
