Con mucha menos alharaca que otras instituciones, la Real Maestranza de Caballería prosigue en la tarea de encargar el cartel oficial de la temporada taurina a artistas de mucho fuste, y este año le ha tocado a Miquel Barceló. Cuando en 1991 se conmemoró en Sevilla el IV Centenario de San Juan de la Cruz con una muestra de Barceló, Broto y Sicilia, obras de estos dos últimos pasaron a los fondos del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, pero no así del primero. Poco antes se había celebrado en la Casa de Pilatos otra exposición, A propósito de Pintura y Arquitectura, también con creaciones de Barceló que, naturalmente, se devolvieron al finalizar. Del artista mallorquín no existía, pues, nada en Sevilla hasta que ha llegado este toro suyo al Arenal.
Poco a poco la entidad propietaria de la plaza de toros está engrosando la colección de arte contemporáneo que comenzara el inolvidable Juan Maestre y, a la vez, dando ejemplo a otras instituciones. En muchas instancias de esta Sevilla tan costumbrista, la línea se habría roto al morir o abandonar el cargo su impulsor; eso es lo que ha sucedido en la Bienal de Flamenco y, tres o cuatro veces, con los carteles de las Fiestas de Primavera. Ante tanta tradición de andar por casa, la Maestranza muestra que lo tradicional no consiste en reproducir una y otra vez cualquier cosa, sino en hacer de lo bueno una costumbre.
Antonio Zoido es escritor e historiador
