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"Traducirte a ti mismo te lo permite todo, incluso traicionarte"

el 08 abr 2012 / 19:08 h.

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Miguel Ángel Cuevas, profesor, poeta y traductor, en un buen momento editorial.
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En la concurrida familia de traductores sevillanos, Miguel Ángel Cuevas (Alicante, 1958) tiene sin duda un lugar destacado. A él le debemos logradísimas versiones de Pasolini, Vincenzo Consolo o Lampedusa. Esta vez, sin embargo, el profesor de la Hispalense es noticia por su faceta creativa: acaba de publicar Escribir el hueco, un poemario bilingüe español/italiano que dedica al escultor Jorge de Oteiza.

"Lo que me inspiró fue la pasión absoluta hacia su obra", explica. "Como todo el mundo, conocía fragmentos, obras suyas, hasta que vi la exposición que le dedicó el Reina Sofía. Recuerdo que me acompañaba Consolo, y que le dije: Vincenzo, yo voy a estar aquí un montón de horas. Si lo prefieres, nos vemos más tarde en cualquier cafetería".

Cuevas reconoció en las formas del maestro vasco una de sus búsquedas esenciales como escritor. "Mi libro aborda esa dimensión de vaciamiento, esa idea de la escultura como invasión del vacío. Yo sigo buscando una expresión poética que responda a las ideas de abstracción. Para la palabra, es muy difícil librarse de su componente representativo. Es un reto condenado al fracaso", admite.

Si a eso le añadimos otro reto, el de traducirse a sí mismo, entenderemos Escribir el hueco como un verdadero atrevimiento. "Traducirte a ti mismo te permite todas las libertades, incluso la de la traición", asevera. "Te mueves en una zona de escritura muy intermedia, no terminas de salir de una lengua y no acabas de llegar a la otra. Pero es una manera de encontrarme en mi elemento, incluso acaba obligándome a modificar el original", agrega Cuevas.

Por otra parte, a quienes han venido siguiendo la trayectoria del profesor no les extraña que el libro vea la luz en una editorial italiana, Il Girasole. "Hace tiempo que no publico nada en España. Tampoco me niego, pero no se ha dado el caso", comenta. "El mundo poético español no me da buen feeling, y sin embargo sí lo hace el italiano. Allí tengo a mis amigos, a mis referentes".

Casi al mismo tiempo que Escribir el hueco ha salido a la luz una espléndida traducción de Su marido (Traspiés), la única novela que quedaba por traducir del Nobel siciliano Luigi Pirandello, a cargo del propio Cuevas. "Son mundos muy alejados, el de Pirandello y el mío", confiesa el traductor. "Pero es posible que algo de esa labor se haya intriducido en el poemario, y al revés, sobre todo en la noción de ritmo, que también es sintáctica, en el juego de alternancia de vacíos y llenos, de cargazón y descargazón semántica".

La buena racha productiva de Miguel Ángel Cuevas no acaba aquí: muy pronto verá la luz su traducción del libro Negro barroco Negro (La Carbonería), de María Attanasio, casi tiene cerrada su versión de La herida de abril de Vincenzo Consolo y también un poemario en el que rinde tributo a Miguel Hernández. Pero su mayor desafío es hincarle el diente a Horcynus Orca, extraña novela de Stefano D'Arrigo. "Nadie ha podido traducirla hasta ahora, porque está escrita en una lengua inventada, mezclada con siciliano, y además son 1.200 páginas... Pero sólo pensarlo ya me estimula".

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