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Tras las elecciones. Por fin reconocen en el PP que no están para tirar cohetes

Apenas han transcurrido unas semanas del 9-M y lo que en un principio era todo felicidad comienza a traducirse en signos de sensatez y prudencia. Habían perdido, una vez más, las elecciones, pero escuchándolos daban la impresión de que eran los triunfadores.

el 15 sep 2009 / 02:47 h.

Apenas han transcurrido unas semanas del 9-M y lo que en un principio era todo felicidad comienza a traducirse en signos de sensatez y prudencia. Habían perdido, una vez más, las elecciones, pero escuchándolos daban la impresión de que eran los triunfadores. Incluso se atrevían a señalar que estábamos ante unos resultados históricos, a pesar de que no les servirán para dejar la oposición frente a un PSOE que volverá a gozar de mayoría absoluta. Chaves podrá así continuar disfrutando en la Presidencia de la Junta, pero Arenas, ya se encuentra a las puertas de San Telmo, para dentro de cuatro años. Con esa ilusión por delante, nada de autocrítica. Todo son parabienes. Sólo es cuestión de esperar un poco más.

En todo caso, esa ilusión que se les ha puesto por delante no puede ocultar la fría y dura realidad: y es que han perdido y ni siquiera se pueden consolar señalando que han arrebatado la mayoría absoluta a los socialistas. De bruces caen de la nube en la que estaban inmersos y ahora de lo que se trata es de aceptar las cosas como son. Hay que prepararse para la larga travesía que tienen por delante. Y eso pasa, sin duda alguna, por admitir los hechos, tal y como son, sin engaños ni paños calientes.

A qué viene tanta euforia si han perdido las elecciones Ha tenido que ser el propio Arenas el que se haya visto obligado a poner blanco sobre negro, y a admitir que en el PP andaluz "no están para tirar cohetes". No se ha conseguido el objetivo prioritario como era desalojar al PSOE del poder, ni siquiera han podido situarlos en una posición comprometida ya que continuarán con su mayoría absoluta. Entonces, ¿a qué viene tanta euforia? ¿A quién pretenden engañar? En estas condiciones, ¿cómo es posible que se autoproclamen en una alternativa a los socialistas, algo que, por cierto, siempre dicen después de cada unas elecciones que sistemáticamente pierden en Andalucía?

Tal vez estemos ante todo un ejercicio de autoafirmación con el afán así de acallar protestas internas, un movimiento de cierre de filas con el que evitar unas disensiones que, de aflorar, serían letales para la supervivienda del proyecto político que defienden en esta comunidad.

Diferencias sí, pero sólo por los sillones. De todas formas, hay que descartar cualquier riesgo de fractura interna en el PP andaluz. En su seno reina la paz por lo que no se vislumbra ni siquiera alguna escaramuza que otra para reclamar responsabilidades por los resultados obtenidos. Una estabilidad que, desde luego, se puede considerar como todo un patrimonio de la derecha andaluza así como un signo diferenciador con respecto a otras fuerzas políticas.

Precisamente, las únicas incidencias surgidas han tenido que ver con la aplicación de las incompatibilidades que contempla el reglamento para los parlamentarios. Han tenido que dejar atrás concejalías, cómodos puestos en las empresas municipales o en las cajas, o sea, todo un sacrificio. Pero, ya se sabe, todo es poco con tal de llegar, por fin, al oasis prometido, eso sí, dentro cuatro años. Así es la vida.

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