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Tras privatizar, ¿socializar pérdidas?

Toda la riqueza del país en sus distintas formas y sea cual fuere su titularidad está subordinada al interés general" (Artículo 128.1 de la Constitución Española). ¿A quién le correspondía hacer cumplir esa subordinación de la riqueza de España al interés general?

el 15 sep 2009 / 16:39 h.

Toda la riqueza del país en sus distintas formas y sea cual fuere su titularidad está subordinada al interés general" (Artículo 128.1 de la Constitución Española). ¿A quién le correspondía hacer cumplir esa subordinación de la riqueza de España al interés general? La globalización económica y la internacionalización de los mercados ha sabido mantener durante años la euforia consumista y la cultura de la opulencia. Hace aún pocas semanas, el presidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero, cuando aún le repugnaba el uso del término crisis, cerraba uno de sus actos públicos al grito de: "¡A consumir!".

Universalizada la economía de mercado tras la caída de los regímenes comunistas de Europa, supervivientes alternativos como Cuba y China han representado papeles opuestos en la doble moral de la escena mundial de estos años: palo y zanahoria. Mientras que a Cuba se le ha sumido casi en la miseria, abandonada a sus desastres naturales, China, el mayor mercado potencial, exultante tras los más brillantes Juegos Olímpicos de la Historia, recibe la crisis mundial bajando de dos a un dígito en el crecimiento de su economía. En Occidente desconocemos en qué sima desembocará la recesión, y con las opiniones mas pesimistas en aumento crece el desconcierto general.

Han sido muchos años de salvaje depredación de los ejecutivos de las finanzas, de rapiña de bienes sociales como el suelo y el medio ambiente, de irresponsable laxitud de las instituciones públicas y de dejación y perversión cultural de las estructuras formativas y de los medios de comunicación. Un panorama en el que el feminismo y el ecologismo progresaron mientras languidecían las ideologías no liberales, el pensamiento socialista y las organizaciones sindicales.

En España, hasta el más sencillo trabajador, captado por la fiebre de la vivienda en propiedad, ¡la gran aberración!, no acertaba a ver que su hipoteca podría ser una trampa, creyéndose ya propietario de un piso cuyo precio, muy inferior a su valor real, gravitaba sobre sus espaldas, siendo una pieza mas del tinglado para el enriquecimiento de los especuladores del suelo y las sabrosas ganancias de promotores y constructores, con la complicidad de las entidades de crédito. Esta perversa cadena, tolerada si no compartida por casi todos durante demasiados años, debe ser rota sin más demora.

Se habla de que Europa necesita de un liderazgo fuerte del que carece. ¡Qué espanto me produce semejante idea! Lo que necesitamos es un rearme social e ideológico; una nueva cultura de ciudadanía, austera y liberada de la droga mediática, de la que afloren fuertes movimientos por la salvaguarda del interés general, nuevos emprendimientos en pro de una economía verdadera y equilibradamente productiva y nuevas conductas en el trabajo, tan contaminado de trapacería. Necesitamos a los mejores, hombres y mujeres, jóvenes y veteranos, que defiendan las libertades efectivas y hagan mutar la cultura política democrática.

Catedrático de Arquitectura de la Hispalense vpe@us.es

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