Cultura

Trazegnies, un raro autor adicto a los heterónimos

El escritor peruano afincado en Sevilla Leopoldo de Trazegnies, cuya página web Literatura Satírica está a punto de registrar el millón de visitas, ha retomado el juego literario de los heterónimos y de los manuscritos perdidos en Cinco poetas antiguos desconocidos, que él mismo ha editado. Foto: EFE.

el 15 sep 2009 / 10:29 h.

El escritor peruano afincado en Sevilla Leopoldo de Trazegnies, cuya página web Literatura Satírica está a punto de registrar el millón de visitas, ha retomado el juego literario de los heterónimos y de los manuscritos perdidos en Cinco poetas antiguos desconocidos, que él mismo ha editado.

Este volumen es el séptimo que Trazegnies se autoedita, tras seis títulos precedentes de narrativa, ensayo, memorias, todos los cuales pueden leerse y adquirirse en internet, ya que Trazegnies, uno de esos raros literarios que han sido más frecuentes en otras épocas, no trata con editoriales convencionales "por comodidad".

Las adquisiciones de sus libros, según admite Trazegnies también son raras, aunque algunas veces se los han solicitado desde librerías de Madrid y Barcelona, ciudad desde la cual, la Librería Fortuny, se los ha requerido hasta en dos ocasiones, por lo que el autor no deja de mostrar extrañeza y alegría a partes iguales. Cinco poetas antiguos desconocidos, según Trazegnies, es "poesía interpuesta", porque, explica: "No me veo a mí mismo escribiendo poesía directamente, realmente; si la reencarnación existiera yo hubiera sido esos poetas de otras épocas y hubiera escrito así, pero como no existe se trata de pura intuición, de literatura".

Al ser preguntado sobre si encarnar a tanto heterónimo supone el riesgo de caer en la locura, Trazegnies contesta con humor: "No, porque uno ya está loco, así que es imposible caer en la locura; salir de la locura a lo mejor es posible; al revés". El primero de estos Cinco poetas... es Teodognis de Alejandría, quien nace el mismo año en que Alejandro Magno funda la ciudad, y sus versos son reflejo del dolor que le produce el rechazo de su amada, una de las hetairas de la época, a las que, señala Trazegnies, casi todos los poetas de entonces cantaron porque debieron situarse a medio camino entre la dama y la hetaira.

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