Fue todo un asombro ver lo rápido que actúa esta ciudad cuando se cierra un bar emblemático. Ocurría hace unos años, en la casa de la moneda, cuando sus propietarios se vieron obligados a echar la persiana por amenaza de ruina de todo el inmueble. Poco duró esa clausura porque desde la iniciativa privada (propietarios) y empuje social (parroquianos) la esquina de la antigua Casa de la Moneda abrió nuevamente, esta vez, con una estética prefabricada al estilo de ambigú de parque temático. Algo similar esta ocurriendo en Santa Catalina; la joya del mudéjar y del ultimo barroco sevillano se cae a pedazos ante la desidia de la administración, y la impotencia de la Iglesia de Sevilla.
Muy cerca del templo cientos de personas se lamentan y manifiestan por el cierre de la cervecería El Tremendo; un cierre y unas sanciones por no cumplir la normativa municipal. El Tremendo podrá llevar ahí 60 años pero lo que más entristece es que Santa catalina lleva siglos y en esta Sevilla con sevillanitos de pro, lo más importante es el cierre del templo de la servesita. Mucha repercusión en los medios por el cierre de la antigua cervecería mientras que para el mudejar de Santa Catalina solo la ejemplar labor del periodista Pablo Ferrand hace que siga en nuestra memoria el abandono de este singular edificio. La fresca servesita ya corre a raudales por los tiradores del Tremendo. Un poco mas arriba las antiguas campanas permanecen en silencio, la chapa galvanizada de la cubierta se recalienta mientras Santa Lucia en su retablo cerámico espera a que alguien abra los ojos. ¡Tremendo!
