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"Madre, al final te echan de tu casa"

Una octogenaria es ingresada en una residencia y su hijo queda avisado: su desalojo es inminente. Los dos detenidos tras una carga de los antidisturbios han denunciado a la Policía por lesiones.

el 19 dic 2013 / 12:43 h.

Sevilla 19/12/2013   Foto: J.M. Espino (ATESE)La oscuridad del piso de 90 metros en el que Enrique Gutiérrez ha vivido durante sus 51 años se hizo más intensa ayer tarde, cuando la amenaza de desalojo judicial se materializó con el ingreso en una residencia de su madre, María Luisa Pinto, una anciana de 85 años con alzheimer que se pasó toda la mañana sentada en un sillón con la vista fija, ajena a la marabunta de gente arremolinada en su salón. Aunque la Policía Nacional terminó marchándose tras intentar ejecutar durante horas un desahucio que se topó contra una muralla de voluntarios de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), el hijo fue advertido de que el desalojo no se ha paralizado y será ejecutado de inmediato, quizá hoy mismo. El intento dejó una carga policial, dos detenidos, varios contusionados, tensas negociaciones entre la Policía y el inquilino y un único instante en el que la anciana levantó la vista y pareció entender qué ocurría. A media mañana, cuando parecía que los agentes iban a entrar por la fuerza, en un momento de angustiosa espera, el hijo la miró y le dijo: “Madre, al final te echan de tu casa”. Ella levantó la vista y preguntó: “¿Adónde?”. “A la calle”. La jornada había comenzado temprano, con Enrique y su madre sentados en un salón en el que el tiempo se congeló hace décadas, a la espera de que diesen resultado sus desesperados intentos de evitar que la financiera Credimosbi los echara. Cuarenta voluntarios de la PAH bloqueaban la entrada al bloque, mientras Antonio y Carmen, los más implicados en este caso, permanecían con Enrique en el piso. El hombre, con un 36% de minusvalía porque sufrió polio de bebé, pidió en 2006 un crédito de 215.000 euros que su madre avaló con su casa, un tercero de la calle Manzanares de Triana, junto al muro de defensa. Según asegura, la operación no se inscribió porque el gestor falleció y la deuda creció hasta que se subastó el piso, que fue adquirido por la propia Credimosbi. Enrique contaba ayer que se sintió “estafado” durante el año que ha estado intentando parar el desalojo por la falta de atención de su abogado. “Estaréis hartos de escuchar historias como ésta...”, acabó diciendo a la prensa. “No, es que siempre es la misma historia. Siempre pierden los mismos”, le respondió una periodista. La Plataforma de Afectados por la Hipoteca, que sabía que había cogido tarde el caso y que la posibilidad de que los recursos prosperasen era remota, se aferraba a un defecto de forma –que el juzgado no admitió– y a razones humanitarias, ya que la anciana tiene alzheimer y apenas puede moverse, por lo que no podían dejarla sin casa. Habían tratado sin resultado lograr plaza en una residencia pública. A media mañana una llamada de la Junta abrió esa posibilidad, pero debía examinarla un médico forense. Entretanto la tensión aumentaba en la calle, donde los policías antidisturbios se mantenían en formación ante los voluntarios de la plataforma. Se negoció la subida del forense, pero Enrique se negaba a que lo hiciera acompañado de policías porque temía que una vez dentro lo expulsasen a él. Se llegó a un acuerdo: entrarían sólo dos policías. Sin embargo, cuando el médico accedió al bloque pasaron más agentes y, cuando los voluntarios trataron de cerrarles el paso la Policía cargó contra ellos, según denunció la PAH. Hubo varios lesionados –una mujer tuvo que ser trasladada en ambulancia– y dos detenidos, uno de ellos precisamente el que estaba ejerciendo de mediador. Anoche quedaron en libertad con cargos por resistencia y atentado contra la autoridad; aunque ellos a su vez han denunciado a la Policía por haber sufrido lesiones durante su arresto. Al final, el médico accedió a entrar sin custodia policial, examinó a la mujer y emitió un informe, tras lo que la Policía se retiró sin notificar los motivos. El abogado de Enrique le informó de que el desalojo no se ha aplazado: la orden está vigente y pueden notificarle la expulsión inmediata en cualquier momento. Horas después, una ambulancia llevó a su madre a una residencia de Montequinto. Enrique apuraba anoche lo que le quede en el piso intentando mirar hacia adelante: la ONCE le ha ofrecido trabajo fuera de Sevilla tras las fiestas, y si lo desalojan antes, una vecina lo acogerá bajo su techo hasta que se marche. “Y mi madre está cuidada. Con eso me conformo”. .

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