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Triana recupera su antigua procesión fluvial

Hasta una bandada de patos del Guadalquivir se orilló para ver pasar el cortejo. Entre sones de sirenas de embarcaciones y marchas de procesión, la Virgen del Carmen del Puente surcó ayer las aguas del viejo Betis recuperando, casi medio siglo después, la antigua procesión fluvial del arrabal de Triana.

el 16 sep 2009 / 05:57 h.

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(VÍDEO: A.ACEDO)

Hasta una bandada de patos del Guadalquivir se orilló para ver pasar el cortejo. Entre sones de sirenas de embarcaciones y marchas de procesión, la Virgen del Carmen del Puente surcó ayer las aguas del viejo Betis recuperando, casi medio siglo después, la antigua procesión fluvial del arrabal de Triana.

Será cuestión de afinar algunos detalles, de ajustar los tiempos y de dar mayor realce a ciertos momentos de la celebración, pero la primera experiencia de procesión acuática, después de 48 años de sequía, puede calificarse de satisfactoria a tenor de la excelente acogida popular que le dispensó el pueblo de Sevilla.

Atraídas por la curiosidad de una nueva modalidad procesional desconocida por varias generaciones de sevillanos, miles de personas se arracimaron ayer tarde en las orillas del río y, especialmente, en el puente de Triana para ser testigos de una histórica recuperación. A bordo de un catamarán, instalada en la proa, una nueva imagen de la Virgen del Carmen atravesaba las aguas del Guadalquivir escoltada a babor y estribor por más de una treintena de embarcaciones, entre zodiacs, lanchas, piraguas, canoas, algún que otro lujoso yate y, circunstancialmente, hasta un hidropedal.

Acompañada por los cánticos de los fieles, la imagen de la Reina del Carmelo recorrió sobre unas andas el trayecto que separaba la iglesia de la O del pantalán situado en el margen del paseo de Nuestra Señora de la O, donde embarcó en un catamarán, cedido para tal fin por el Centro de Alto Rendimiento de la isla de la Cartuja, una maniobra para la que fue necesaria despojar a la Virgen de su corona. Antes de partir del templo de la calle Castilla se elevaron oraciones especialmente por los hombres del mar, que tienen a la Virgen del Carmen como patrona e intercesora.

La llegada de la imagen hasta el pantalán fue saludada con los sones de la Salve marinera, interpretada por la banda de música de la Virgen de la Victoria, cuyos integrantes pusieron banda sonora a la procesión siguiendo a la embarcación de la Virgen desde la cubierta mirador del catamarán Luna del Guadalquivir, propiedad de la empresa de cruceros turísticos Torre del Oro, y a bordo del cual también embarcaron los miembros de la junta de gobierno de la hermandad y las representaciones de las hermandades de Triana y de las otras corporaciones carmelitas invitadas a tan singular procesión.

Después de permanecer estática en medio del Guadalquivir durante un cierto tiempo, la embarcación de la Virgen puso rumbo hacia el Club Náutico, frontera última de su trayecto antes de emprender regreso de nuevo hasta el paseo de Nuestra Señora de la O. A medida que la Virgen del Carmen se abría paso sobre la lámina de agua del Guadalquivir, despertaba los aplausos de las centenares de personas que se arremolinaban en las orillas. A su paso bajo los ojos del puente de Triana, una lluvias de pétalos recibió a la embarcación de la imagen, a la que no faltó calor popular en su bautizo procesional en el viejo Betis.

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