Cofradías

Tributo a una vida de oración cantada

El Sacri recibió anoche El Llamador 2014 con el que los cofrades sevillanos reconocen sus años de dedicación a la saeta.

el 12 mar 2014 / 23:15 h.

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Juan Ignacio Zoido entrega el Llamador al cantaor de saetas El Sacri. / J.M.Paisano Juan Ignacio Zoido entrega el Llamador al cantaor de saetas El Sacri. / J.M.Paisano Con diez años se subió en lo alto de una silla para cantar su primera saeta. Fue a la Esperanza Macarena en la Avenida de la Constitución y, recuerda, le salió «del alma». José Pérez Leal, El Sacri (Sevilla, 1942), es uno de los pocos saeteros auténticos que quedan en Sevilla. Su voz rasga el aire y dota de calidad un género que no ha pasado por sus mejores momentos en las últimas décadas. A lo largo de su vida, ha cantado a la inmensa mayoría de las cofradías y se ha esforzado en formar a nuevas generaciones a través de su propia escuela. Anoche este vecino del Cerro del Águila, de cuya parroquia fue sacristán –de ahí le viene el apodo de El Sacri–, recibió El Llamador Memorial Luis Baquero de Canal Sur Radio en una ceremonia celebrada en el Teatro Lope de Vega en colaboración con el Ayuntamiento de Sevilla. No pudo contener las lágrimas y sus primeras palabras fueron para la ciudad y su familia, en especial para la que fuera su mejor compañera:«Se lo dedico a mi señora que está en el cielo [Paqui] y a todos los cofrades de Sevilla», dijo tras recibir El Llamador 2014. Pese a tener un «museo de premios» en casa –con más de 200 cuadros y un sinfín de placas y trofeos, entre las que destaca la Saeta de Oro de 1987 que también recibieron en su día Pepe Peregil, Antonio Mairena o Naranjito de Triana–, El Sacri destacó el valor de este galardón, «el más distinguido» que tiene hasta el momento, y que le ha hecho «mucha ilusión» al ser «un reconocimiento de todos los cofrades de Sevilla». Manuel Cuevas. / J.M.Paisano Manuel Cuevas. / J.M.Paisano Y no es para menos. En tres cajas de zapatos tiene archivadas las más de mil letras de saetas que ha ido cantando. Están repartidas en «cartoncitos» que «a modo de chuleta» usa en la interpretación. José siempre ha defendido el valor de este género como «un pincel más de la Semana Santa, al igual que los costaleros o los acólitos». Para él, la saeta es «un modo de rezar», «una oración» de la que no espera aplausos y en la que «no todo es chillar» sino que hay que «sentirla». La mayoría de las letras se las ha ido escribiendo Pedro Collado, aunque José realiza algunos arreglos para amoldarlas a su estilo:«Me pone cinco quintetos pero a mí me gusta ponerlas agitanadas. La i y la u son letras muy difíciles para el cante, la a, la e y la o son vocales que despiden mucha fuerza. Yo las cambio y procuro de que rimen», confesó al tiempo que negó cualquier futurible retirada, al menos en los próximos dos años:«Seguiré cantando mientras tenga voz. Cuando vea que ya falle y la voz no me responda, entonces llegará el momento de plantearme la despedida», subrayó. saetaTiene muy claro que «la plaza de Sevilla no es fácil», aunque todo depende de quién cante. Por lo que insistió en que «si lo hace un buen cantaor, la gente se calla enseguida». Quizás, por ello, ha valorado desde un principio el momento que la pasada Madrugá protagonizó el saetero Manuel Cuevas al paso de la Macarena en la Campana: «Es un monstruo. Tiene buena voz y buena tesitura. Me recuerda mucho a mí cuando yo empezaba», señaló quien lleva toda una vida cantando saetas gracias a que un donante de flores del mercado de la Encarnación, Luis Torres, le escuchó cantar de joven en el coro de la parroquia y le animó a hacerlo a un paso. Para ello fue cogiendo lo mejor que escuchaba de los discos de Pepe Pinto, Manolo Caracol o El Niño de Eulogia. Sobre el futuro de la saeta, tiene bastante claro que está en la provincia, donde además del citado caso de Manuel Cuevas en Osuna, aparecen otras jóvenes promesas, como Kiki de Castilblanco, «que canta muy bien» o Jehová de Lantejuela. «No viene mucho a Sevilla porque en los pueblos ganan más dinero. Además, las grandes figuras del flamenco no quieren cantar saetas como antiguamente lo hacían Manolo Caracol, Manuel Centeno o Vallejo. Manolo Lombo las canta muy bien, así como mi discípulo Álex Ortiz. Pero ojalá se animaran Miguel Poveda o Arcángel, entre otros». La ceremonia de anoche sirvió además para repasar algunas anécdotas de la trayectoria saetera de El Sacri. En el Lope de Vega afloró una especialmente, como bien relató su protagonista:«Una Madrugá me llamó el presidente de La Peña Flamenca Torres Macarena y me pidió cantarle al Gran Poder en su casa, en la calle Gravina. Cuando lo vi tan cerca, me quedé sin voz. No sé que me pasó, esa impresión de verlo tan cerca desde el balcón... No pude seguir cantando», rememoró. Pero para rincón preferido, «la plaza de SanLorenzo» a la entrada de la Soledad. «Hay un gran recogimiento. Es impresionante». Igualmente dijo emocionarse mucho el Martes Santo en su barrio:«Con mi Virgen de los Dolores cuando viene de recogida», declara este devoto también, que no hermano, de la Virgen de Guadalupe, la Soledad de San Lorenzo y la Macarena. Su actual Semana Santa es intensa. El Domingo de Ramos le canta a La Hiniesta en la casa del artista Ana María Bueno en Relator, después al Amor en la casa de Salvador Palau en Lasso de la Vega. De allí se va a San Roque en la casa de los Sánchez Ibargüen en Caballerizas, donde «se escuchan los varales rozando la pared». El Lunes lo hace a Las Aguas, Museo y Vera-Cruz. El Martes a San Esteban a la salida desde la casa de José Manuel Vrindea y después al Cerro del Águila. El Miércoles, en la entrada del Cristo de Burgos y el Jueves a Pasión y El Valle. En la Madrugá ya hace años que no canta y aprovecha para descansar para el Viernes (Cachorro y San Isidoro) y el Sábado con la Soledad.

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