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Triunfa 'Espartaco' como ganadero y fallan los novilleros

el 09 abr 2010 / 21:13 h.

Una solitaria vuelta al ruedo del debutante Cristian Escribano fue el resultado de la corrida de Sevilla, en la que tuvo más importancia la calidad de algunos de los novillos del ganadero "Espartaco" que el quehacer propiamente dicho de los tres toreros, que desaprovecharon un triunfo mayor.

 

FICHA DEL FESTEJO.- Novillos de Juan Antonio Ruiz Román, bien presentados, bravos y de buen juego en distintos grados. Desentonaron, no obstante, el pegajoso primero y el áspero quinto. Novillo muy importante, el cuarto, por clase y buen son. Aplaudidos los cuatro arrastres de los novillos destacados.


Luis Miguel Casares: estocada desprendida (silencio); y estocada desprendida y descabello (silencio).


Cristian Escribano: estocada baja con vómito (vuelta tras petición insuficiente); y estocada desprendida y dos descabellos (silencio tras dos avisos).
Esaú Fernández: estocada en todo lo alto (silencio); y dos pinchazos y media (silencio).
En cuadrillas, saludaron "Antoñares" y Marcos Ortiz en el segundo; Curro Robles y Pedro Mariscal en el cuarto; y Jesús Alonso en el quinto.


La plaza tuvo media entrada, con lleno en sombra, en tarde soleada y con ligera brisa de levante que a ratos molestó en el ruedo.

Las oportunidades en el toreo son de cara o cruz, ya que cuando se presentan, y en función de los resultados, tan pronto sale uno lanzado al estrellato como hundido en el más estrepitoso de los fracasos.

Con el toro bueno, si se aprovecha, se encumbra uno. Pero si no salen las cosas el fiasco es grande.

Lejos de una crítica despiadada a unos novilleros que en su día han despertado ciertas esperanzas, conviene aclarar que los tres han tenido hoy en Sevilla una clara oportunidad que pasó de largo.


Y lo que va en el debe de la terna, por penoso que resulte, conviene anotarlo en el haber del ganadero, por las bonitas hechuras del conjunto, por las buenas embestidas que regalaron a lo largo de la tarde. Cuatro de seis, se dice pronto.


Casares, que el año pasado encabezó el escalafón de novilleros, se ha encontrado con el astado de la tarde, el cuarto. Pedazo de novillo, que iba y venía con mucha "transmisión", prestando importancia a una faena que no terminó de calar.


Como la maldición de la gitana al torerillo que no fue lo suficientemente generoso en la limosna según cuenta la anécdota: "'premita' Dios que te salga un toro bravo". Le ha ocurrido a Casares. Lo peor que le puede pasar a un torero cuando no se encuentra a si mismo.


El caso es que Casares llegó a "sentirse" en algún muletazo aislado, pero fue precisamente ahí donde se evidenció la calidad del astado, resumida en prontitud, fijeza, largura y repetición.


En el que abrió plaza, que se quedaba corto y se volvía en un palmo, también poca cosa por parte del novillero.


El debutante Escribano llegó a interesar en su primera faena, sobre todo en el toreo a derechas, por donde iba mejor el astado. Pero faltó ritmo al trasteo, resquebrajado al intentar el toreo al natural, y es que por el lado izquierdo el novillo se reservaba más.
La mala colocación de la espada restó pañuelos en la petición de oreja, y Escribano dio una vuelta al ruedo.


El quinto fue el novillo menos claro del envío, reservón y reponiendo las embestidas. Escribano estuvo aquí tesonero, sobando y sobando hasta conseguir que pasara en el tramo final. Sin embargo, todavía un inoportuno desarme y la apurada carrerita para "tomar el olivo" en situación de apuro deslucieron aquello del todo.


Debutaba también Esaú Fernández, sevillano de Camas, que aparenta tener buen concepto del toreo, aunque todavía anda algo verde en lo de la técnica.
Descolocado en su buen primero, con el novillo yendo y viniendo, no se enteró el hombre, aunque resolvió en parte en "el arrimón" final.


Y algo parecido en el sexto, que aun manseando en los dos primeros tercios, en la muleta "se dejó" mucho y por abajo. Entre las rayas y aun yendo a menos, regaló el novillo muchas embestidas que Fernández no terminó de aprovechar.


Oportunidad claramente perdida para los tres.

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