Cultura

Triunfo sin paliativos de la gran ópera popular

Ópera de Puccini, con libreto de Giuseppe Adami y Renato Simoni. Teatro de la Maestranza. Fecha:Jueves 18 de marzo de 2010. Director Musical: Pedro Halffter. Directora escénica: Sonja Frisell. Real Orquesta Sinfónica de Sevilla, Coro de la A.A. del teatro de la Maestranza, y Escolanía de Los Palacios. Maria Guleghina, Fabio Armiliato, Daniela Dessi, Alexander Vinogradov, Manel Esteve, javier Palazios y Gustavo Peña

el 19 mar 2010 / 09:38 h.

La mirada desafiante de la Princesa Turandot.

Reponer un montaje operístico es una sana costumbre que todo gran teatro lírico debe poner en práctica, sobretodo en época de crisis. El del prestigioso escenógrafo francés Jean-Pierre Ponnelle para el Teatro La Fenice, que éste vendió al nuestro a raíz del éxito obtenido en el 98, no se encuentra entre los más conseguidos de su autor, pero hace gala de un gran ingenio, tanto por su mecanismo - un sólo escenario que gira de tal forma que en cada acto parece nuevo –como pos su significación– la enorme cabeza en cuyo interior habita Turandot simboliza su temperamento cerebral, por encima de emociones y sentimientos.

Por eso sorprende gratamente que Sonja Frisell, heredera artística del malogrado Ponnelle, haya optado por representar una princesa que no puede evitar su condición terrenal, y en lugar de actuar impávida e inerte, se sobrecoge ante la bravura de Calaf y la constancia de Liú.

Conforme fue avanzando la representación de este esperadísimo estreno –tildarlo de reestreno no sería justo con la categoría de su elenco vocal– fuimos experimentando una sensación de alivio y satisfacción. Así, el primer acto nos dejó un sabor agridulce, por su escenografía encajonada, una dirección escénica mortecina, una iluminación en exceso oscura, mal interpretada como tenebrosa morbosidad, y voces algo destempladas. Daniela Dessi no logró insuflar de emoción su aria Signore, ascolta, evidenciando además dificultades en el legato y una línea de canto irregular, a pesar de su muy hermoso timbre. Y Fabio Armiliato evidenció en este primer acto falta de proyección.

Sin embargo tales deficiencias se evaporaron en un segundo acto en el que la aparición de los tres entonados y bien combinados ministros, a los que hubiésemos preferido con carácter cómico en lugar de delegarlo en unos innecesarios asistentes, precedió al debut de la protagonista, In questa reggia, donde Maria Guleghina exhibió un torrente vocal atrapado en un instrumento ancho y muy expresivo. Para entonces Armiliato ya había encontrado su canto fogoso para recordarnos por qué triunfó la temporada pasada con La fanciulla del West.

El apoteósico tercer acto se saldó con tres momentos estelares: el Nessum dorma que el tenor cantó con gusto exquisito y solemne, la muerte de Liú, que supuso el reencuentro con la Dessi que adoramos, y el maravilloso dúo de amor, que Franco Alfano recuperó muy al estilo del Strauss que Puccini tanto admiraba.

Halffter se mueve cómodo en sonidos sinuosos y ondulantes, aportando grandes dosis de exotismo más allá de los instrumentos orientales con los que se enriquece la orquestación. Sin embargo su batuta sobresalió a veces de forma inadecuada, por encima de las voces, exhibiendo en todo momento un sonido muy vigoroso. El esfuerzo del coro, casi omnipresente, merece todos los elogios, más teniendo en cuenta sus notables resultados.

También los niños destacaron dignamente. Tras la enorme satisfacción que provocó en nosotros La fanciulla, con la que coinciden cuatro de las voces en los dos repartos, así como la batuta de Halffter, esta Turandot le va a la zaga.

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