Ahora que ya está ahí el Rocío (¿que está ahí?, lo que está ahí ya es la Navidad), quiero hacer un apuntito de una especie que abunda cada vez más, y no es otra que la del tío del todoterreno (TT), sí, ese nota que para ir al quiosco de al lado de su casa para comprar una revista (si es que lee, claro) coge el tanque sin cañón y ni lo apaga cuando se baja o, mejor aún, para ir a esa taberna de la calle de atrás de su casa y donde el menudo está que no te veas lo deja en doble fila hasta las cinqui (de premio nada, monada) de la tarde.
¿Se han dado cuenta de que los susodichos individuos van siempre hablando por el móvil? Claro, como tendrán tanto dinero, dan instrucciones a empleados, subalternos y criados. Pero tendrá que ser sobre cosas importantes, urgentes y sobrevenidas, pues si no lo habrían hecho en persona antes de salir, o al llegar. ¿Qué relación tiene un TT con un móvil pa que ni uno vaya con las dos manos en el volante?
¿Se han dado cuenta de que cazi ziempre tienen o se han dejado patillas (estoy pensando en pedirle una franquicia a Pichardo para poner un chiringuito de ídem en la Venta Mauro, el Sicab, y la Feria del Toro y forrarme) y te saludan con el "¿Qué paza?, ¿Cómos taz?". Y, para rematar, ¿se han dado cuenta de que casi todos son gordos? ¿Qué sucede, que nada más que papean solomillo, carrillada y caña de lomo a punta pala? Váyanse a la Raya o el Rocío la semana que viene, a ver si ven alguno delgado, sin móvil y sin patillas.
José María Font es abogado.
