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Turín latió como nunca

No hay dos sin tres ni nada que frene a una afición cuyos corazones vivieron una de sus noches mágicas más increíbles.

el 15 may 2014 / 01:46 h.

Rakitic celebra con varios aficionados sevillistas el triunfo en Turín. / Julio Muñoz (EFE) Rakitic celebra con varios aficionados sevillistas el triunfo en Turín. / Julio Muñoz (EFE) En la ciudad del Quadrilatero, esos no más de tres kilómetros cuadrados que revisten el corazón de Turín, el Sevilla se alió con la famosa maldición de Bela Guttmann que pesaba sobre el Benfica –ocho finales europeas ya perdidas después de levantar la Copa de Europa en 1962– para mantener viva la llama de la ilusión de sus seguidores hasta el último suspiro. Porque ilusión es lo que trajo hasta tierras italianas a más de doce mil sevillistas que se dejaron la voz animando a su equipo sin parar; e ilusión es lo que también transmitieron aquellos no pudieron estar en el Juventus Stadium. Desplazarse tan lejos en estos tiempos que corren exige tal esfuerzo -sobre todo, económico- que los elogios se quedan cortos cuando ves llegar a tantas y tantas personas con una sonrisa en la boca sabiendo que pueden regresar a casa sin ella. Confundidos con los seguidores del Benfica, sevillistas procedentes de todo el planeta inundaron de alegría las calles con la esperanza de conquistar un nuevo título. Cuatro años habían transcurrido desde el último. Un periodo difícil marcado por la alargada sombra de aquel Sevilla glorioso e irrepetible. Debido a ello, la presencia del equipo en esta final de la Europa League era por sí sola una gran fiesta. No hubo rincón en la ciudad donde no se escuchasen cántitos y se viesen caras de felicidad por la satisfacción de haber llegado hasta aquí. Lo que no imaginaban es que sufrirían tanto, tantísimo en el Juventus Stadium. O quizá alguno de ellos sí lo esperaba. Porque este Sevilla se empeña en poner a prueba los corazones de sus seguidores. La presente edición de la Europa League puede dar fe de ello. No hay mayor satisfacción que conseguir aquello que más trabajo cuesta, y a este equipo, a este club que ha sabido mantener el timón en temporales, esa satistacción sabe a gloria. Ganar otra vez en la agónica tanda de penaltis es como ganar dos veces, como marcar un gol con el tiempo cumplido al estilo Mbia... El sevillismo vuelve a estar de enhorabuena. Desde este 14 de mayo de 2014, el club inscribe su nombre en la historia de la competición. Sólo Juventus, Inter de Milán y Liverpool -ahí es nada- la habían conquistado en tres ocasiones. Es el séptimo título de la historia reciente de la entidad. Y nunca llegaron por casualidad. Siempre fruto del trabajo y de la ilusión de todos, y muy especialmente del sevillismo, que esta temporada ha tirado del equipo cuando peor lo pasaba y tiene mucha, mucha culpa de que la noche de este 14 de mayo en Turín haya pasado a la historia de sus noches mágicas. Ningún sevillista olvidará jamás este título porque, a diferencia de en los anteriores, su corazón nunca sufrió tanto hasta ver esos papelillos con los colores blanco y rojo revolotear entre aplausos y flashes de cámaras fotográficas.

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