Habituados como estamos a pensar por oposiciones duales, cree- mos tener claro en qué consiste el turismo cultural: el que no es de sol, playa y discoteca. Ahora bien, cuando uno trata de estudiar el fenómeno e intenta, para ello, recabar datos que reflejen lo más fielmente posible su dimensión, esta intuición negativa ya no sirve, y se vuelve hacia las delimitaciones de los expertos en la materia. Que tampoco dejan la cosa cerrada: más bien, las definiciones de uso sobre el turismo cultural son muy variadas e incluso contradictorias. Dado que todas las actividades turísticas incluyen algún elemento cultural, existe la tentación de ver todo el turismo como "turismo cultural". En esta línea se desenvolvía en principio el enfoque de la Organización Mundial del Turismo (OMT) y de la UNESCO al desplegar una definición amplia de turismo cultural en 1985, incluyendo "todos los movimientos de personas? para satisfacer la necesidad humana de diversidad y? aumentar el nivel cultural del individuo y originar nuevos conocimientos, experiencias y encuentros". La OMT, reconociendo la falta de operatividad de la anterior fórmula, propuso una definición "limitada" que cubría "los movimientos de personas con motivaciones básicamente culturales, tales como circuitos de estudios, circuitos culturales y de artes del espectáculo, viajes a festivales u otros eventos culturales, visitas a monumentos, viajes para estudiar la naturaleza, el folklore o el arte, así como peregrinaciones".
En este contexto estricto, la OMT estima que cerca del 10% de las llegadas turísticas en todo el mundo tienen un propósito turístico cultural, lo que equivale a 60 ó 70 millones de turistas. Sin embargo, en el caso concreto de Europa ese porcentaje se ve aumentado puesto que un estudio de la Comisión Europea ha determinado que el 20% de las visitas turísticas realizadas a este continente obedecen a motivos esencialmente culturales. De esta diferencia porcentual (10% en el mundo entero frente al 20% en Europa) podemos deducir que, para el resto del mundo, uno de los principales atractivos de la región europea es precisamente su acervo cultural.
En el caso de España, las estadísticas al respecto recogen información relativa a los viajes turísticos que, según la opinión manifestada por las personas que los realizaron, fueron iniciados principalmente por motivos culturales. El Anuario de Estadísticas del Ministerio de Cultura ofrece información sobre el turismo cultural, destacando que en 2005 se realizaron más de 11 millones de viajes turísticos realizados principalmente por motivos culturales (13% del total). En Andalucía, por su parte, según datos de la Consejería de Turismo, los visitantes llegados durante 2006 cuya principal motivación es la cultura generaron unos ingresos en la comunidad de 3.410 millones de euros. Andalucía recibió en el pasado año un total de 6,2 millones viajeros de turismo cultural, lo que representa el 25% del conjunto de los visitantes en dicho período. Dado que los expertos coinciden en señalar el potencial del turismo cultural para nuestro entorno, parece conveniente que en los próximos años se aúnen esfuerzos públicos y privados en aras al objetivo de conseguir un mayor desarrollo de este subsector, amigable con la sostenibilidad y con la protección del patrimonio cultural, que nos homologue con el entorno europeo.
José Sánchez Maldonado es catedrático de Hacienda Pública