Modelo fracasado. Pase lo que pase en mayo, las dos principales empresas municipales, Tussam y Lipasam, de las que dependen más de 3.000 personas y servicios esenciales como el transporte y la limpieza, afrontan un cambio de ciclo. El modelo de gestión puesto en marcha durante los tres mandatos de Monteseirín ha fracasado. Es una reflexión que en esta precampaña comparten tanto el PSOE como el PP. Aunque algunas cifras resulten escandalosas y empiece a evidenciarse un deterioro de las prestaciones, la situación no ha empeorado en los últimos ejercicios. Más bien al contrario. Se ha intentado encauzar un modelo erróneo basado en inversiones realizadas por encima de las posibilidades, en directivas infladas tanto en el número de cargos como en sus salarios, en convenios mal negociados por parte del Ayuntamiento y en los errores en la colaboración de la administración como tal, con todos sus recursos, con los gestores de las sociedades –la falta de carriles bus es un claro ejemplo–. Pero este trabajo no ha sido suficiente. El plan de saneamiento de Lipasam peligra y Tussam ni siquiera ha conseguido diseñarlo. La empresa de transportes no tiene dinero ahora mismo para cerrar el año y depende de un crédito puente que compense el retraso de la venta de Diego de Riaño , atascada en Medio Ambiente.
El futuro. Hasta aquí la situación actual, pero ¿a partir de ahora qué? 2011 será aún más complicado. El Consistorio quiere apretar en las transferencias, pero si lo hace demasiado puede asfixiar a las dos sociedades. De momento, los planteamientos de las empresas pasan por limitar al máximo las inversiones, apretarse aún más el cinturón del gasto corriente y afrontar recortes de personal. La primera parte, la que afecta a los directivos, se ha iniciado aunque en el caso de Tussam sin la transparencia ni la efectividad necesaria. La segunda parte, la de las plantillas, es la más delicada. Más allá de la cobertura de bajas y vacantes, que impide el acceso a los eventuales, no están encima de la mesa despidos. Pero Tussam negocia convenio y Lipasam inicia una ronda de conversaciones con la plantilla. En ambos casos la idea es similar: lograr un ahorro del 5% en personal. El mismo porcentaje que se aplicó este año a los funcionarios y no a las empresas. De momento, buena parte de los sindicatos ha mostrado una disposición al diálogo y al consenso a la que el Consistorio debe responder.
Programas. Para el próximo mandato, salvo IU, los partidos esconden sus cartas. Más allá de salidas fáciles, el PP no ha detallado su modelo de gestión. Y Juan Espadas, que analiza ya estas empresas, se ha limitado hasta ahora a anunciar una propuesta de pacto. Pero el tiempo apremia. Y si no hay avances reales antes del cierre del año, previsiblemente no los habrá hasta mayo. Y en juego están 3.000 empleos y dos servicios esenciales.
Elecciones. En el caso del resto de servicios municipales, como Policía y Bomberos, el tiempo para arreglar los problemas se ha agotado ya. El 26 de noviembre empieza la campaña electoral sindical para los comicios al comité de empresa y la junta de personal que se celebran a mediados de diciembre. Buena parte de lo ocurrido en la Policía durante estos meses no se entiende sin tener en cuenta esta fecha en la que el sindicato mayoritario Sppme se juega mantener su peso específico en la plantilla. Ya sólo se pueden poner parches y asumir que se llegará a mayo sin suficientes agentes los fines de semana y sin apenas grúas. Pese a esto, al Consistorio le llega un balón de oxígeno: empieza el plan policial de Navidad, por el que eliminan los turnos de descanso hasta enero. El reto es reorganizar servicios y que el despliegue se perciba en la calle.
El PSOE. Aunque las agrupaciones socialistas y Espadas se esfuercen por frenar los conflictos laborales en campaña, van a ser inevitables. Al igual que las diferencias internas. Los socialistas requieren más que nunca la unidad de sus bases y que arranque una maquinaria que no acaba de funcionar. Y se ha perdido ya un tiempo esencial. Meses en los que ha habido cierre de filas en torno al candidato y una paz interna que no se producía desde hacía años. El reto del PSOE es mantener esta situación con un comité electoral –designado tarde y sin unanimidad– y con unas listas que empezarán a negociarse en Navidad para aprobarse en enero. Son muchas las voces que lamentan la falta de un liderazgo político claro, más allá del equipo de Espadas, y piden que se empiece a trasladar un apoyo masivo al candidato. Para este mes se prepara un gran acto con militantes que logre rebasar las cifras de respaldo que cosecha Zoido en sus grandes eventos de campaña.
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