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'Tuve a mis hijas con 38 años tras seis intentándolo'

Clara y Eva van a cumplir siete años. Son dos hermanas gemelas, niñas sanas que nacieron con 3,2 y 2,9 kilos, gracias a la fecundación in vitro que se realizó su madre, Paula, en una clínica sevillana.

el 15 sep 2009 / 17:21 h.

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Clara y Eva van a cumplir siete años. Son dos hermanas gemelas, niñas sanas que nacieron con 3,2 y 2,9 kilos, gracias a la fecundación in vitro que se realizó su madre, Paula, en una clínica sevillana. Tenía endometriosis -obstrucción de una trompa-y a raíz de un embarazo ectópico -fuera del útero- que tuvo a los seis años de casada "la maternidad se convirtió en una obsesión", explica esta mujer de 45 años. La fecundación in vitro era lo único que le garantizaba el embarazo y en esa época sólo se realizaba en las clínicas privadas. Tuvo que someterse a numerosos ciclos de fecundación y le realizaron hasta nueve implantes: "Estaba a punto de tirar la toalla, cuando a los seis años de intentarlo, con 38, me quedé embarazada".

Ahora, con sus hijas ve las cosas distintas, pero si tuviera que volver a pasar por ese trago no sabe si volvería a repetir: "Además de costoso, se sufre un desgaste físico, porque te dan muchas hormonas con todo lo que ello implica, y psicológico, porque te obsesionas, te sientes fracasada y te echas las culpas a tí misma".

De hecho, como apunta la psicóloga María del Mar Tirado, especialista en parejas con estos problemas de fertilidad en IVI Sevilla: "La autoculpabilidad de las mujeres es un rasgo común en casi todos los casos". Y aún hay más, "muchas mujeres que vienen con algún problema psicológico anterior, pueden acabar con depresión". Los hombres sin embargo "lo afrontan de manera distinta: mientras para las mujeres es vital tener hijos y de ello depende su felicidad, para ellos una vida sin ser padres es completamente posible, aunque lo deseen, son más capaces de entender su felicidad sin ellos". De esta diferencia al afrontar el problema deviene que algunas de las parejas se resientan: "Se resiente su comunicación, su afectividad e incluso sus relaciones sexuales", apunta Tirado, quien recalca que "si la pareja funciona bien, podrá afrontarlo, si no, pueden acabar incluso en divorcio".

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