"Éramos un grupo de cincuenta personas, entre ellos personas mayores de 40 años y cinco chicas, que acabábamos de bajarnos de los coches cuando llegaron más de cien seguidores del Sporting con bengalas, palos, bates, tornillos de raíles del tren y botellas. Intenté protegerme junto a dos compañeros, pero con tanto humo no vi una botella que me golpeó la cabeza", ha explicado el chaval a La Nueva España. Según dijo ayer su padre, Rafael, a El Correo de Andalucía, por deseo expreso del menor y de sus progenitores no hará más declaraciones.
En su narración de los hechos, A.M. cuenta los momentos de angustia que vivió. "Eché mano a la cabeza y mis manos estaban encharcadas en sangre. Mis amigos me llevaron a un portal, al lado de un bar, para protegerme. Allí me pusieron una sudadera en la herida para tapar la hemorragia. Picamos al primer piso, pero una señora se asustó y no quiso abrir. Luego bajó otra con un cubo de agua para que me limpiara. Mientras tanto, dos amigos míos llamaron por teléfono a la Policía para que viniera a socorrerme", relata este estudiante de cuarto de ESO desde el Hospital Central de Asturias, donde se encuentra ingresado.
LA POLICÍA. Según dice, los agentes del orden "no me quisieron meter en la ambulancia y me mantuvieron de pie con todos a los que estaban identificando". "Hasta que me senté mareado en un charco de sangre y no veía por un ojo. Mis compañeros, al verme grave, me metieron en la ambulancia, a pesar de los palos de la Policía. Fue mi salvación, según contaron los médicos después, porque me llevaron al Hospital de Jove y luego me trasladaron al Hospital Central para intervenirme. No recuerdo más", detalla.
En relación a esto, la familia ha querido disculpar a la Policía por no dejar meter a su hijo en la ambulancia, ya que "viendo las fotos de bengalas y humo, que parecen de la guerra de Irak, tenían mucho follón y no pensarían que era tan grave". "Menos mal que los amigos actuaron rápido y le metieron en la ambulancia", dice al respecto el padre.
SU SEGUNDO VIAJE. El de Gijón era el segundo desplazamiento de A.M. siguiendo al Sevilla, según comenta. Habitualmente asiste a los partidos de casa y a los derbis contra el Betis, y sólo había viajado a la final de Copa entre el Sevilla y el Getafe en el Santiago Bernabéu. "Llevaba ahorrando todo el año. Mi madre me daba diez euros cada semana para este viaje a Gijón y me perdí hasta el partido. La verdad es que tuve miedo cuando vi que perdía tanta sangre. No pensaba que el golpe fuese tan grave, aunque sí sentí estallar la botella. Me asusté mucho más cuando luego no podía ver por un ojo. Pensé que moriría desangrado", comenta el joven aficionado.
Si todo marcha como hasta ahora, mañana mismo podría recibir el alta médica. Su evolución está siendo muy positiva, hasta el punto de que ha sorprendido a los médicos que le atienden en el Hospital Central de Asturias. A buen seguro, este mal trago no se le olvidará. Y tampoco se le debe olvidar a nadie, si es que de verdad se quiere erradicar la violencia paralela al fútbol.