"Uauuu" fue la primera reacción (extraoficial) de la Casa Blanca tras conocer que Barack Obama había sido galardonado con el Premio Nobel de la Paz 2009. El asombro en Washington era mayúsculo y el portavoz presidencial no supo ni pudo ocultarlo. La misma sorpresa que corrió como la pólvora por me-dio mundo nada más hacerse pública la noticia en Oslo.
No en balde el presidente de EEUU lleva en el cargo poco más de nueve meses -juró el cargo el pasado 20 de enero- y apenas le ha dado tiempo a esbozar la que será su hoja de ruta durante los próximos cuatro años. Además el plazo para presentar las candidaturas se cerró (como siempre) a principios de febrero, y entonces Obama sólo llevaba unas cuantas semanas ejerciendo como el hombre más poderoso del mundo.
Es cierto que su hoja de ruta encandila: abarca desde el desarme nuclear a la salida de Irak, el fomento del multilateralismo, la defensa de los derechos humanos y el medio ambiente, el cierre de la cárcel de Guantánamo o la paz en Oriente Próximo. Sin embargo, por ahora son solamente esperanzadoras promesas: porque Guantánamo continúa abierto y su cierre se retrasa; porque las tropas permanecerán en Irak hasta 2011 y en Afganistán se estudia el envío de 40.000 soldados más, por lo que el conflicto se alargará unos cuantos años más; porque en Oriente Próximo Obama no ha sido capaz de arrancarles a los israelíes el compromiso de poner fin a los asentamientos; y porque acabar con las armas nucleares es un sueño que no sea factible llevarlo a cabo en un solo mandato.
A Obama le falta tiempo. Por ello muchos analistas y políticos consideraron ayer precipitado la concesión del galardón. El primero fue el propio protagonista que se declaró "sorprendido y honrado" y aseguró que acepta el premio como "un llamamiento a la acción" para resolver los problemas mundiales. Más explícito fue el ex presidente polaco Lech Walesa quien calificó de precipitada el otorgamiento del premio al presidente estadounidense, un reconocimiento que Walesa también recibió en 1983 por su oposición al comunismo. "¿Tan rápido? Demasiado rápido. Obama no ha tenido tiempo de hacer nada todavía", explicó Walesa, quien no disimuló su sorpresa por el nuevo Nobel de la Paz. En EEUU, el líder del Partido Republicano, Michael Steele, opinó que se debe a su estatus de "estrella" más que a logros reales.
No obstante, fueron más numerosas las reacciones de los líderes internacionales que se congratularon con la noticia y consideraron que Obama y su visión del mundo se merecían este galardón. Para los gobernantes europeos, israelíes, palestinos y latinoamericanos este reconocimiento un motivo de "esperanza".
En medio de tanta sorpresa (y también polémica), el Comité Nobel Noruego, que se justificó diciendo que premia a Obama por lo que ya "ha hecho" y no "por lo que pueda ocurrir", lanzó un claro mensaje: queremos políticos que despierten esperanza, no queremos más George W. Bush en el mundo. Y de paso dan un gran impuso mediático a los Nobel.
