No es una epidemia pero el problema crece: a las andaluzas les cuesta cada vez más trabajo tener hijos. Los hábitos de vida, la alimentación o el acceso tardío a la maternidad son algunas de las causas que hacen que las consultas ginecológicas se llenen de parejas que luchan por tener descendencia.
Tan sólo en un año (de 2006 a 2007), el Servicio Andaluz de Salud ha atendido a un 14% más de parejas con problemas de fertilidad. Lo mismo ocurre con las clínicas privadas de reproducción asistida: cada año se incrementan sus pacientes. Y es que, parece que cada vez cuesta más tener un hijo.
La incorporación laboral de la mujer hizo que cada vez el acceso a la materndad fuera más tardío con las consecuencias físicas que ello conlleva: pérdida de la calidad y capacidad reproductiva. A ello se sumaron cuestiones como los cambios en los hábitos de vida. El resultado ha sido que en los últimos 20 años la cifra de parejas con problemas para tener hijos tras un año intentándolo ha aumentado hasta situarse entre un 15 y 20%. Sólo la mitad de ellas acude a un especialista, y en la mayoría de los casos, en 18 meses se soluciona el problema.
En la mujer... y en el hombre. Según datos del Servicio Andaluz de Salud los casos de infertilidad son en un 40% por problemas de la mujer y en otro 40% por problemas en el hombre. El 20% restante es de origen desconocido.
La infertilidad en el hombre proviene sobre todo, según apunta el director de la clínica de reproducción Ginemed, Fernando Sánchez, "de la pérdida de calidad seminal" causada por los hábitos de vida más sedentarios, el consumo de alimentos con altos niveles de colorantes y conservantes que poseen una molécula parecida a los estrógenos -hormona femenina-, el uso de ropa demasiado ajustada que hace que los testículos estén a una temperatura más alta cuando deben estar más fríos que el resto del cuerpo, el abuso del tabaco y de estimulantes como el café y, "aunque aún no hay estudios en profundidad sobre ello, se está observando que la contaminación también afecta a esta calidad del semen". Los datos confirman esta realidad. Si en 1940 la Organización Mundial de la Salud establecía que la media de espermatozoides era de 113.000 millones por mililitro, en 1990 observaba que había disminuido a 66.000 millones por mililitro.
En la mujer se debe también a la calidad de sus óvulos. Cuanto mayor es la mujer, menos calidad poseen sus óvulos, algo que, a partir de los 35 años ya empieza a ser "verdaderamente problemático". Así lo apunta Manuel Fernández, director del Instituto de Fertilidad Valenciano (IVI) de Sevilla.
Cualquier dolencia que se sufra en los ovarios -como los quistes- será también más severa cuanto mayor sea la mujer. Y otros factores como problemas inmunológicos o genéticos, dolencias metabólicas o psicológicas, ciertos tratamientos médicos o la presencia de infecciones también influyen.
Nuevas técnicas. El avance de las nuevas técnicas y la amplitud en las posibilidades de los tratamiento ha hecho que cada vez sean más las parejas que apuesten por la reproducción asistida.
Entre todas las técnicas de reproducción asistida, la inseminación artificial es "la menos dañina y menos costosa" pero también, como apunta el director de IVI, "es la que menos resultados garantiza". Tan sólo entre un 15% y un 20% de posibilidades. Por ello, la más demandada en los último años -y en un 30% la única posiblidad- son las técnicas avanzadas.
De ellas, la fecundación in vitro (FIV), hasta hace algunos años sólo posible en clínicas privadas es de las más reclamadas. La efectividad de la FIV es de un 50% de probabilidades de éxito en cada intento. Otras técnicas como la microinyección espermática -cuando el problema es de calidad en el semen- donación de ovocitos, e incluso la congelación de los óvulos -cuando se retrasa la maternidad voluntariamente o antes de someterse a tratamientos como la quimioterapia- están siendo cada vez más demandadas, dando como resultado un incremento del número de bebés que nacen por reproducción asistida, que actualmente se sitúa en 1 de cada 10.
Las mujeres andaluzas ya pueden acudir a la Seguridad Social para estos tratamientos, si embargo, las limitaciones para repetir el tratamiento y las esperas para someterse a ellos hacen que muchas de ellas se decanten por los servicios de las clínicas privadas a pesar de los costes económicos que ello supone -una inseminación tiene un coste cercano a los 6.000 euros, más el gasto en medicamentos-.