Un fotograma de 'Más allá del tiempo'.
Las películas con viajes en el tiempo suponen todo un subgénero dentro del cine fantástico que ha sabido mezclarse con otros como la comedia o el drama romántico para dar mutiltud de títulos a lo largo de las décadas. A tan fértil grupo pertenecen títulos que van desde la conocidísima trilogía de Regreso al futuro hasta la reciente nueva versión de Star Trek, pasando por una lista cuasi interminable en la que podríamos encontrar producciones tan dispares como Atrapado en el tiempo, El final de la cuenta atrás, Donnie Darko, Peggie Sue se casó, la magistral 12 monos, la brillante El efecto mariposa, todas las entregas de la saga de Terminator, la clásica El tiempo en sus manos (y su olvidable remake), la muy entretenida Frequency, o incluso la tercera (y mejor) entrega de la saga de Harry Potter. A todos ellos viene ahora a unirse el último filme de Robert Schwentke, realizador de origen alemán que desembarcó en Estados Unidos hace cinco años con Plan de vuelo: desparecida, y que ahora adapta un best-seller en el que se nos presenta a Clare (Rachel McAdams), una mujer que ha estado enamorada de Henry (Eric Bana) toda su vida. Ella cree que están destinados a estar juntos, a pesar de que no sabe cuándo tendrán que volver a separarse: Henry es un viajero en el tiempo, castigado con una rara anomalía genética que le hace vivir su vida en una escala de tiempo cambiante, saltando y retrocediendo a través de los años sin control. A pesar de que los viajes de Henry obligan a ambos a separarse sin advertencia, y sin saber cuándo volverán a reunirse, Clare intenta desesperadamente construirse una vida con su verdadero y único amor.
