Menú
Local

Un análisis postelectoral

Recibido como agua de mayo. Como agua de mayo han recibido en la Eurocámara la victoria de ZP en España y no sólo entre los socialistas (de los que hay 214 eurodiputados) que tienen al presidente español como referente y casi como icono, sino en otros grupos como los verdes...

el 15 sep 2009 / 01:46 h.

Recibido como agua de mayo. Como agua de mayo han recibido en la Eurocámara la victoria de ZP en España y no sólo entre los socialistas (de los que hay 214 eurodiputados) que tienen al presidente español como referente y casi como icono, sino en otros grupos como los verdes, liberales y de izquierda unida e, incluso, algunos conservadores nórdicos, que veían en el PP ( pipí, ¡como suena en la fonética inglesa!) una derecha franquista, clerical y antigua. Los componentes de la Eurocámara esperan que en su segunda legislatura ZP lidere más en la Unión Europea.

La victoria no ocurrió por mera casualidad. ZP y el PSOE han demostrado en las recientes elecciones que no fue ni casual ni debido a circunstancias extraordinarias (el atentado del 11-M), la victoria socialista de hace cuatro años. ZP ha vuelto a ganar las elecciones, lo que confirma la mayoría social de centro-izquierda, que es una constante desde 1977, y el buen gobierno 2004-2008. El PSOE sólo pierde el favor del electorado (como en 1996 y 2000) cuando comete errores graves. En el 2008 el PSOE habrá gobernado España durante 22 de sus 35 años de democracia reciente, lo que ya señala una clara tendencia progresista del pueblo español, mayoritariamente europeísta, laico, republicano, solidario, liberal y social. Esa idea tópica de una España clerical, cuartelera, atrasada, de toros y panderetas, ignorante, negra y cejijunta, que desprecia todo lo que no conoce, ya no existe si es que alguna vez existió.

Primera lección que ha quedado del 9 de marzo. En un país tan complejo como es España, el PSOE ha demostrado ser el que mejor vertebra la nación y por tanto el que está en mejores condiciones para gobernar la unidad y la pluralidad. ¿Por qué? Porque ser el primer partido en Cataluña y el País Vasco, desplazando la hegemonía nacionalista, le permite tener una autoridad y una capacidad de propuesta y de diálogo del que carece el PP, tercer partido en ambas comunidades.

Pero si a todo ello añadimos que continúa siendo el primer partido en Andalucía, la comunidad autónoma más poblada, y que conquista la primacía en las Baleares y sobre todo en Canarias, región ultra periférica de Europa, refuerza su capacidad de amortiguar las posibles tensiones entre el centro y la periferia.

Enseguida añado que lo anterior no significa que el PP deba ni pueda ser excluido del debate y de los deseables acuerdos territoriales. El PP es, lo ha demostrado, un gran partido nacional con más de diez millones de votos. No volvamos a la discusión de si en la legislatura anterior el PP se autoexcluyó del debate territorial -es lo que sostiene el PSOE- o fue excluido por los otros, como mantiene el propio PP; lo importante es aprender que el mandato de los ciudadanos el 9-M indica claramente que nada, en este asunto, puede hacerse sin el PP como tampoco, naturalmente, sin el PSOE.

El dilema que inquieta al Partido Popular.No lo tiene fácil el PP después de los resultados del 9 de marzo. No sólo el PSOE le ha ganado por segunda vez en circunstancias extraordinariamente difíciles, sino que el resto de los partidos con representación parlamentaria están muy alejados de los postulados del PP (quizás salvo los 2 diputados de Coalición Canaria y Rosa Díez) y próximos al PSOE, que ha demostrado tener mayor capacidad de diálogo y acuerdo.

Si el PP opta por retomar la estrategia de la confrontación y crispación extrema, aliándose con lo más reaccionario de la sociedad, se encontrará con un rechazo mayor, por hartazgo, de la mayoría de los españoles y, además, se acercará al 2012 con iguales posibilidades electorales, es decir, para perder de nuevo. Si, en cambio, opta por una política de diálogo y entendimiento con el Gobierno, tendrá que hacerlo con otros actores no quemados por la larga etapa azanarista (1990-2008) que muchos consideran amortizados.

Por ello, ha despertado escaso entusiasmo entre sus propias filas la decisión de Mariano Rajoy de volver a optar a la presidencia de su partido en junio. Rajoy se ha ido ganando una peligrosa fama de perdedor, de ser incapaz de derrotar a ZP, a pesar de haberlo intentado con todas las armas. Veremos si cambiando su equipo consigue dar algo de verosimilitud a su empeño.

  • 1