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Un año de reforma laboral

La medida contra el paro más ambiciosa de la ministra Fátima Báñez no ha detenido la sangría del desempleo y ya hay seis millones de españoles sin trabajo.

el 10 feb 2013 / 17:58 h.

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Los secretarios generales de CCOO Y UGT, Francisco Carbonero (I) y Manuel Pastrana (d), encabezan la manifestación contra la reforma laboral en Sevilla.

El primer cumpleaños suele ser un acontecimiento muy celebrado. Pero en el caso de la reforma laboral, hay poco margen para festejos. El decreto cumple su primer año desde que fue aprobado por el Consejo de Ministros el 9 de febrero de 2012, un mes y medio después de la llegada a la Moncloa de Mariano Rajoy en medio de una avalancha de críticas con la tímida excepción de algunos expertos que destacan los beneficios de la flexibilidad laboral para las empresas y el potencial de creación de empleo aletargado a la espera de que la situación económica empiece a remontar.

Mientras tanto, los abogados y los profesores universitarios más críticos subrayan los estragos que están causando las facilidades para despedir en la destrucción de puestos de trabajo al reducirse los diques de contención de los costes de indemnización y de la autorización previa de los expedientes de regulación de empleo (ERE).

"Más allá del acierto o error en las medidas adoptadas, lo indiscutible es que el momento para ponerlas en marcha ha sido el peor de los posibles, por lo que sus efectos han sido marcadamente negativos", afirma Jesús Cruz Villalón, catedrático de Derecho del Trabajo de la Universidad de Sevilla.

Añade que "las facilidades dadas en materia de despido, en las causas justificativas y los costes, han provocado ese resultado indeseado de incentivo a ahondar en la destrucción de empleo". Lejos de reducir la sangría de despidos, el desempleo ha aumentado en prácticamente todas las comunidades autónomas y en el conjunto de España, situándose en niveles sin precedentes, con un aumento a nivel estatal del 4,52% desde la entrada en vigor del decreto.

Esto es "resultado de un retroceso en la producción y las facilidades introducidas a la hora de despedir", explica el abogado Vidal Aragonés. Tanto Aragonés como Cruz alertan de la acelerada devaluación interna en las condiciones laborales que están provocando la presión de la reforma laboral y la crisis. "La pretensión de incrementar la competitividad a través de mecanismos de reducción de los costes salariales era recomendable hacerla de forma lenta y suave, pues de lo contrario desemboca en algo más pernicioso como es la paralización del consumo interno", indica el profesor Cruz Villalón.

La otra cara de la moneda de la flexibilidad es, para Manuel Hernández, socio del bufete Sagardoy, que "ha dado nuevas herramientas que están siendo utilizadas como alternativas a las extinciones de contratos", aunque también advierte de que "la nueva regulación de los despidos colectivos -los antiguos ERE- haciendo prevalecer los requisitos formales sobre los de fondo es un error". El profesor de Economía de la Universidad de Barcelona Joan Antoni Alujas ve la reforma como estéril y contraproducente. "No ha podido hacer nada para dar la vuelta a la evolución tan negativa del mercado de trabajo", dice Alujas, que subraya los "efectos contraproducentes en una situación de recesión facilitando todavía más los ajustes de plantilla".

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