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Un año irrepetible

Nadie en España olvidará el año que se nos va. El deporte nacional acaparó todos los éxitos imaginables en un ejercicio para enmarcar que tuvo en el tenis y el ciclismo sus dos exponentes, aunque desde luego 2008 pasará a la memoria colectiva como el año de la Eurocopa de fútbol.

el 15 sep 2009 / 20:29 h.

Nadie en España olvidará el año que se nos va. El deporte nacional acaparó todos los éxitos imaginables en un ejercicio para enmarcar que tuvo en el tenis y el ciclismo sus dos exponentes, aunque desde luego 2008 pasará a la memoria colectiva como el año de la Eurocopa de fútbol.

Aburrido de la mediocridad y de la incapacidad de superar la terrible barrera de los cuartos de final, ya sea en citas mundiales o continentales, todo el país estalló de júbilo el día 29 de junio cuando la selección española conquistó de forma tan brillante como justa la Eurocopa de Austria y Suiza al batir en la gran final a Alemania con un solitario -y desde entonces, histórico- gol de Fernando Torres.

Un tanto que llegó 44 años después de aquel de Marcelino y que convirtió al Prater vienés en un estadio grabado a fuego y oro en la historia del fútbol español. Como también se ganó su sitio privilegiado el maestro Luis Aragonés, que conservó el cargo contra viento y marea hasta alcanzar la Eurocopa y allí demostrar que su fútbol de toque y más toque podía tener recompensa. A ello contribuyeron el genio de Xavi, las paradas de Iker Casillas, la sobriedad de Senna, los goles de David Villa y en general el arrojo y la calidad de todo un grupo que dio buena cuenta de rusos, suecos, griegos, italianos, rusos de nuevo y alemanes.

Cuarenta y cuatro años.

Cifra mágica también para el ciclismo español. Hacía todos esos, desde 1964, que un país no conseguía copar las tres Grandes Vueltas por etapas del calendario. Entonces lo firmaron dos campeones franceses: Jacques Anquetil dominó el Giro de Italia y el Tour de Francia y Raymond Poulidor la Vuelta a España.

De similar manera, nuestros ciclistas arrollaron en 2008, también con dos nombres propios. El primero de ellos, un Alberto Contador que -vetado su equipo, el Astana, en la Grande Boucle cuyo título debía defender- improvisó su concurso en el Giro y poco a poco fue metiéndose en la pelea hasta ser capaz de derrotar a toda la armada italiana para vestirse de rosa en Milán, algo que sólo había logrado un español en la centenaria historia de la corsa rosa, Miguel Indurain.

Luego llegó julio y, ausente el madrileño, surgió la figura del veterano Carlos Sastre, quien fio todas sus opciones a la etapa de Alpe d'Huez y allí rubricó una de las ascensiones más grandiosas de los últimos tiempos, adquiriendo una ventaja sobre Cadel Evans que le iba a permitir subir al podio de los Campos Elíseos como tercer español -tras Pereiro y Contador- consecutivo.

Contador y Sastre fueron, ya en septiembre, dos de los grandes contendientes en la ronda nacional, y ahí de nuevo el madrileño de Pinto hizo valer su talento y la fortaleza de su equipo para conquistar la Vuelta y convertirse, de paso, en uno de los escasos campeones que han ganado las tres Grandes, junto a nombres míticos como Felice Gimondi, Jacques Anquetil, Eddy Merckxy Bernard Hinault.

En parecidos registros se mueven los nombres de Roger Federer y Rafael Nadal, en este caso dentro del mundo de la raqueta. Y es que el tenis asistió en 2008 al relevo que parecía no iba a llegar nunca del suizo como monarca del ranking ATP. La culpa la tuvo, por supuesto, un Nadal que sublimó la temporada hasta arrebatar a su amigo el número uno tras 237 semanas de reinado del helvético y justo a la salida de los Juegos de Pekín, donde el balear se colgó el oro olímpico.

El de Manacor conquistó en el primer tramo de la temporada, sobre su predilecta tierra batida, los Masters Series de Montecarlo, Hamburgo y Conde de Godó antes de hacerse por cuarto año consecutivo con la Copa de los Mosqueteros en la central de Roland Garros. Luego pasó a la hierba para dominar el torneo de Queen's como aperitivo de Wimbledon, donde destronó a Federer en una final inolvidable que se alargó hasta la penumbra tras cinco mangas. El suizo vio quebrada su hegemonía londinense, tras un quinquenio impoluto, y sufrió un cierto bajón en su juego a lo largo de un ejercicio en el que perdió hasta una quincena de partidos y sólo pudo añadir cuatro trofeos a su palmarés.

El doble, en cambio, arañó uin Nadal que cerró su cosecha con otro Masters Series, el de Canadá, si bien la factura de tanto esfuerzo fue renunciar a la Copa Masters y, lo que es peor, a la final de la Copa Davis.

Sin embargo, su ausencia fue un estímulo para nuestros tenistas, que lo dieron todo y se trajeron de Mar del Plata la tercera Ensaladera del tenis español, derrotando contra pronóstico a Argentina y con Feliciano López y Fernando Verdasco como auténticos héroes, ya que ambos sumaron juntos el punto del dobles y un individual cada uno.

En otras modalidades deportivas, y dejando a un lado los Juegos de Pekín, España se quedó en puertas de grandes éxitos internacionales poniendo de manifiesto que también de las derrotas se pueden extraer lecturas satisfactorias. Un buen ejemplo es Fernando Alonso, quien regresó con Papá Briatore a la escudería Renault en busca de la gloria que alcanzó años atrás y tratando de olvidar una campaña llena de sinsabores en McLaren.

El asturiano se encontró con un R28 incapaz de competir con los Ferrari, McLaren, BMW e incluso Toyota y así tuvo una primera mitad de año flojita, pero supo esperar a su ocasión y en las últimas carreras hizo de su monoplaza un coche ganador, imponiéndose en Singapur y Japón y cerrando con un segundo puesto en Brasil que le dejó en la quinta plaza final, aunque sin opciones de pelear por el título que se llevó su ex compañero Hamilton.

Otro deporte de tradicionales éxitos españoles, el motociclismo, cerró un año algo decepcionante en cuanto que fue el primero en blanco desde 2002, si bien Dani Pedrosa y Jorge Lorenzo, en MotoGP, y Álvaro Bautista, en 250 cc, rayaron a gran nivel.

Pau Gasol, traspasado en febrero a los Lakers, se erigió en el primer español en disputar una Final de la NBA, aunque su equipo fue doblegado por los Celtics. Quien no fue doblegado por la enfermedad, en forma de tumor cerebral, es Seve Ballesteros, que superó cuatro intervenciones y ya está en su casa.

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