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Un barrio a todo color

Hay actuaciones que logran cambiar la imagen externa de un barrio. En la zona del Polígono de San Pablo, el desarrollo de la iniciativa ‘Arte para todos' hizo que el aspecto inerte de la mayoría de sus edificios dejara paso a un barrio lleno de vida y luminosidad para el disfrute de todos sus vecinos

el 10 mar 2011 / 19:09 h.

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Unos 30 muralistas venidos de 24 países transformaron por completo la imagen externa de los edificios del Polígono de San Pablo durante los siete días que permanecieron en la barriada

En ocasiones son los pequeños gestos los que logran cambiar la imagen de un barrio y la de sus vecinos. Con este fin, el Polígono de San Pablo fue sede de un interesante programa social dirigido a modificar el aspecto externo de sus edificios, a los que se les dotó del impulso necesario para llenar de arte y color la vida de los ciudadanos de esta zona de la ciudad. Así, el proyecto ‘Arte para todos' dio una oportunidad a artistas de todo el mundo para expresar sus inquietudes artísticas en las viviendas, con el objetivo de devolver al barrio todo el esplendor perdido en las últimas décadas.

Entre septiembre y octubre del pasado año, los vecinos vieron cómo 30 artistas venidos de una veintena de países de todo el mundo, entre ellos lugares tan dispares como Argentina, Cuba, Alemania, Rusia y Estados Unidos, llegaron al Polígono de San Pablo dispuestos a ofrecer una carta de presentación más atractiva para el resto de ciudadanos. Para ello contaban con la herramienta de su valía en cuanto a la realización de grandes murales, que debían acabar con la apatía externa de los edificios. Los muralistas, que así es como se les denomina, sabían que para ellos constituía una oportunidad muy destacada de poder expresar todas las inquietudes que llevan dentro. La iniciativa que nació en Tegucigalpa (Honduras) en el año 2004, con gran transcendencia nacional e internacional, revirtió en esta ciudad en más de 400.000 visitantes y en más de 800 artículos en periódicos de todo el mundo. Su desarrollo ya se había extendido por casi una decena de ciudades del mundo, antes de llegar hasta Sevilla, y estaba amparada por la ONU, dentro de los proyectos del Milenio de Naciones Unidas.

Durante un par de semanas, estos artistas del mural tomaron las viviendas de la barriada para modificar su estética, utilizando para ello materiales resistentes con objeto de que su obra fuera capaz de perdurar en el tiempo. Las obras pudieron ser visitadas por los ciudadanos que así lo desearon durante su proceso de creación. Los vecinos del barrio, algo reticentes en un principio a la iniciativa, fueron haciendo suyos estos murales y compartiendo experiencias con los muralistas hasta el punto de ofrecerles bebida y comida durante la confección de sus obras. El resultado permitió crear en plena ciudad uno de los museos al aire libre más grandes de toda Europa, utilizando como lienzo las fachadas de los edificios y como marco las calles más significativas del Polígono de San Pablo. Unas vías hasta ahora marcadas por la monotonía estética de sus edificios y que con esta medida han pasado a convertirse en un atractivo más de la ciudad y del barrio hacia el exterior. La iniciativa también supuso la creación de una serie de esculturas en la vía pública con los objetivos del Milenio.

A pesar de que los pintores realizaron su obra sin ningún tipo de coste para la ciudad, Lipasam se erigió como la empresa pública encargada de financiar los pequeños costes de esta gran obra de arte, apoyada por otras empresas de diversa índole. Así, desde este organismo se ejecutó el pago de los traslados y alojamiento de los muralistas, así como de las grúas y materiales necesarios para su confección. Tras una semana de trabajo, el aspecto final del Polígono de San Pablo dejó claro que, tanto esta inversión como la iniciativa en sí, habían merecido la pena en su conjunto.Con estas actuaciones el barrio ganó estéticamente pero también lo hizo desde el punto de vista estructural, pues se incidió en la mejora del estado de conservación de los edificios, enriqueciéndolos con esta apuesta por el arte contemporáneo. San Pablo se convirtió en un referente de la nueva estética y Sevilla ganó un nuevo espacio desde el que fomentar la cultura. Una nueva barriada en la que los ciudadanos han obtenido un motivo más de orgullo e identidad propia con la que hacer más agradable su vida diaria.

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